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Camino vertiginoso encima de los bosques petrificados -
El Sillar
-21.45027° -65.82154° (3822m)
→ Mapa |
Este es el camino aventurado que comunica con la mina de
Chilcobija, donde todavía se extrae el antimonio, y con
el mineral argentífero de San Vicente, eso de la
presumida muerte del bandolero Butch Cassidy. De San
Vicente, la pista se dirige hacia sudoeste a las
provincias de Los Lípez topando primero con San Pablo de
Lípez, la capital de Sud Lípez, luego con la ciudad
fantasma de San Antonio de Lípez y finalmente con la
aldea de Quetena, donde el camino se divide a Laguna
Colorada y a Laguna Verde, ambas en la frontera con
Chile. Esa región altiplánica cuenta con una densidad de
unos 0,2 habitantes por kilómetro cuadrado. De Tupiza
(2950 m), el camino sinuoso a poca distancia ya llega a
una altura de 4300 metros y aquí en la foto, pasado el Sillar,
trepa el acantilado encima de un paisaje sencillamente
estremecedor. |
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Las lagunas estacionales del Cerro Cieneguillas
-21.39696° -65.67805° (3658m)
→ Mapa |
Inmediato al este de la villa de Tupiza, se levanta una
chica cordillera que corre unos 80 kilómetros en dirección de norte al sur
con picos que alcanzan 4000 metros de altura, formando
una grande barrera que separa Tupiza de la Pampa
Mochará. En tiempos pasados había varias estancias
ubicadas en las altas planicies encerradas por sus
cerros, que ahora se encuentran casi todas en ruinas.
También existían varios caminos de mulas que conducían a
las estancias o que cruzaban por el otro lado y que hoy
en día cayeron en el olvido. Al contrario de las
arcillas, pizarras y lutolitas que componen la
Cordillera Colorada al lado opuesto de Tupiza, esta
Cordillera Oriental consiste principalmente de un grande
macizo de roca arenisca. El acceso difícil ha preservado
una naturaleza más virgen, enormes cardones añosos, una
grande diversidad en flores, colonias de loros por las
rocas, aguiluchos planeando por encima y también el
cóndor que nidifica por aquí.
En la foto nos encontramos atrás del Cerro
Cieneguillas (ubicado a la izquierda) en una depresión geológica, donde en la
época de las lluvias se forma una serie de lagunillas
bordeadas por el gigante cardón Trichocereus tarijensis,
que por el fin de año suele encantar con sus enormes
flores carmíneas. La depresión es rematada por el Cerro
Potosí Orkho (3930m) que alberga un grande bosque de
queñua, el árbol que consigue crecer por las alturas
mayores en la flora del planeta. |
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Al atardecer en un bosque de queñuas en el Potosí Orkho
-21.38274° -65.67186° (3885m)
→ Mapa |
Por el lado austral de su ancha cumbre el Potosí Orkho
(Cerro Potosí) forma una cuenca a medialuna por su
acantilado, amparando a un sorprendente bosque de
queñuas en medio de lupinos florecientes a casi cuatro
mil metros de altura.
La queñua pertenece a la familia de las rosáceas, de la
que no sólo hacen parte las rosas, sino también
manzanas, peras, membrillos, duraznos, frutillas,
cerezas y otras más delicias que nos regala la madre
tierra. Para los campesinos la queñua se llama qëuña o
qëwiña en quechua, sirve de leña para arder, de madera
para construcción y es apreciada por su tanino que se
usa para curtir las pieles. Para los botánicos se trata
de la Polylepis tarapacana, una entre las veintiocho
especies del género botánico Polylepis. Su
característica más sobresaliente es la de formar los
bosques más altos del planeta. Famosos son los árboles
por los faldeos del volcán Sajama que tocan los 5000
metros de altura. La queñua tiene una corteza rojiza
laminada, hojas pequeñas, gruesas y cubiertas por
resinas, flores pequeñas en racimo y un tronco
retorcido. Aquí en el cerro la queñua llega a medir
entre dos y tres metros. Tiene una extraordinaria
adaptación al frío altoandino: su corteza se desprende
formando un paquete alrededor del tronco a modo de
aislante térmico para protegerlo contra las heladas. El
árbol tiene calidades medicinales y se utiliza para
curar enfermedades respiratorias y renales. También se
usa para el tinte de tejidos. Los queñuales son
ecosistemas que contienen una fauna y flora única,
caracterizada por especialistas de hábitat y altos
niveles de endemismo. Éstos bosques representan
uno de los habitantes altoandinos más vulnerables, ya que constituyen el único recurso maderable en
esas alturas.
El lupino de los Andes o el chocho es un lindo habitante
de los cerros tupiceños que alegra al ojo con sus flores
azules durante la época húmeda. Es una leguminosa
originaria de los Andes bolivianos, peruanos y
ecuatorianos. Su nombre botánico es Lupinus mutabilis y
en quechua le dicen tarwi. Con la semilla de sus habas
hacen una bebida que se llama "chuchus mut'i"
(mote de chocho). Aparte de la
quínoa es otro más campeón en proteínas que supera en
calidad y contenido la soja. Durante el incario formaba
parte importante en la dieta popular.
Como producto de cultivo en la zona templada,
actualmente se usa en purés, en salsas, cebiche de
chocho, sopas (crema de tarwi), guisos (pepián), postres
(mazamorras con naranja) y refrescos (jugo de papaya con
harina de tarwi); la harina se aplica hasta en 15% en la
panificación, por la ventaja de mejorar
considerablemente el valor proteico y calórico del pan.
En el campo medicinal sus alcaloides (esparteína,
lupinina, lupanidina, etc) se emplean para controlar
ectoparásitos y parásitos intestinales de los animales.
En estado de floración, la planta se incorpora a la
tierra como abono verde, con buenos resultados mejorando
la cantidad de materia orgánica, estructura y retención
de humedad del suelo. Los residuos de la cosecha (tallos
secos) se usan como combustible por su gran cantidad de
celulosa que proporciona un buen poder calorífico.
→ Información Queñua
→ Información Lupino de los Andes
→ Sugerencia para los gastrónomos |
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Antiguo testigo del progreso en Abra Blanca - El
telégrafo entre Tupiza y Tarija
-21.43669° -65.66584° (3655m)
→ Mapa |
Este viejo poste telegráfico en su época era signo de
alta tecnología y de progreso. En 1905 la escritora
estadounidense Maria Robinson Wright estando en La Paz
relata:
"Sorprenderá a muchas personas que en la remota ciudad
de La Paz fueran aprovechables tantas facilidades para
una conferencia a larga distancia y yo misma me sentí
estupefacta al saber que era posible desde estas cómodas
oficinas sostener sin interrupción una comunicación con
los prefectos de Cochabamba, Sucre y Potosí, por medio
de los servicios de un operario del telégrafo que
llevaba la conversación entre ciudades apartadas por
distancias de algunos días e inaccesibles en aquella
estación, diciembre, excepto por largos viajes sobre
mulas."
Y en otro lugar, hablando de la entonces famosa mina de
plata de Huanchaca (Pulacayo) y de la Compañía Huanchaca
de Bolivia, informa:
"La producción de las minas era embarcada para Europa
por el puerto de Cobija, hasta que la guerra del
Pacífico cerró esta salida y fue necesario buscar un
puerto argentino. Con este objeto, la Compañía construyó
una línea telegráfica, la primera de Bolivia, para
enlazar a Huanchaca con las oficinas del Gobierno que
estaban entonces en Sucre, extendiéndola a Potosí y
Tupiza para facilitar la comunicación con esa sección
del país y por Tupiza con la Argentina."
Este poste solitario encima de la Abra Blanca hacía
parte de la línea telegráfica Tupiza – Tarija – Bermejo
– Orán (Argentina) que fue entonces una de las primeras
del país construida alrededor de 1887. |
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El yunque de Hefesto - El Cerro Tinajayoj
-21.46119° -65.66505° (3503m)
→ Mapa |
El asombroso paredón sobresaliente de roca arenisca del
Cerro Tinajayoj cae doscientos metros hasta topar con el
acantilado en su base, que a su vez sigue cayendo más
doscientos metros precipitosos. La quebrada que
divisamos al fondo del precipicio se encuentra casi
quinientos metros más abajo. Poniéndose allá encima en
el borde con el viento y mirando por abajo se le
flaquean las piernas hasta al montañero experto. |
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Los Titanes del Cerro Elefante - El "verde" o
Trichocereus werdermannianus
-21.46453° -65.68865° (3301m)
→ Mapa |
Entre todos los cardones gigantes de Tupiza el
Trichocereus werdermannianus, que por aquí se llama
simplemente "el verde", es el más imponente. Llega a
tener más de cien brazos y un diámetro en su tronco que
supera un metro mientras que un adulto alcanza en
promedio unos ocho metros de altura. En esas espesuras
de brazos se encuentran a las veces verdaderos biotopos
con cardoncitos inferiores, líquenes, nidos de pájaros y
hasta lagunitas con sapos. Un viejo grandote podría
tener unos quinientos años de edad, aunque en este
respecto la ciencia botánica todavía no tiene una visión
clara. Cierto es que se trata de una especie amenazada,
pues su madera se usa para fabricación de muebles y
otros trastos. Cerca de Tupiza ya casi se encuentra
exterminado por explotación abusiva. |
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El rey y sus súbditos - Un "verde" en un
bosquecillo de "peludos" - Cerro Elefante
-21.45645° -65.68726° (3439m)
→ Mapa |
Enclavado entre las ramas en la palca del Trichocereus
werdermannianus encontramos el nido del pajarito "ch’ina
Iluch'itu" (Asthenes d'orbignyi), literalmente el "culito
arremangadito" en aymará, por su colita siempre
levantada. Busca activamente insectos entre las plantas
y sube encima de los grandes cardones para proclamar
bien alto que este lugar es su territorio. El nido lo
construye con las ramas secas del espinoso arbusto
churqui, que divisamos en el primer plano de la foto.
Con los cardones "peludos" se trata del Oreocereus
celsianus, la delicia de los picaflores (vea la página
→ Aves Tupiceños.) Ignorantones suelen pegarle fuego
para deleitarse viendo quemar su largo pelambre blanco,
así que en las proximidades de Tupiza ya casi resulta
imposible encontrar peludos todavía no molestados. |
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La bomba de hidrógeno y oxígeno - Tormenta eléctrica en
Abra Blanca
-21.40949° -65.67631° (3610m)
→ Mapa |
Viéndolo en vivo, parece asistir a una película a
velocidad acelerada. Esos nubarrones crecen con
velocidad vertiginosa y se ubican encima de una fuerte
tormenta eléctrica que se manifiesta en una quebrada a
unos quinientos metros más abajo de la alta planicie de
Abra Blanca. Poco antes por ahí en el cielo despejado
había aparecido una nubecita igual que un copo de
algodón no más... Esto subraya la necesidad de salir
siempre bien equipado y preparado durante la época
húmeda. En medio de un día perfecto pueden levantarse
vientos huracanados que bajan la temperatura de repente
por diez o quince grados, el cielo se cubre con tétricas
nubes tormentosas y se desencadenan lluvias torrenciales
y granizadas que azotan al caminante en el viento
gélido. También acontece de hallarse incapaz de seguir
el camino por quedar cortada alguna quebrada seca que se
convirtió en un torrente peligroso. Entonces hay que
esperar talvez varias horas hasta poder vadear la
corriente. Peligro mortal hay en los cañones angostos,
donde un torrente alto varios metros puede precipitarse
de un golpe sin preaviso. |
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El símbolo de la resistencia - viejo churqui en el Cerro
Palala
-21.41028° -65.75079° (3286m)
→ Mapa |
La tormenta le quebró las ramas, le partió el tronco, y
ya está llegando la próxima tempestad. El antiguo
churqui parece recibirla a brazos abiertos exclamando
¡Qué venga no más! |
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El Dorado en la puesta del sol - Cerro Palala
-21.41108° -65.75173° (3292m)
→ Mapa |
Ambiente paradisíaco en la calma de un lindo atardecer. |
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Paz y calma se tiende encima de la capital chicheña -
Peña del Elefante
-21.42434° -65.69404° (3312m)
→ Mapa |
Aunque presenciar la puesta del sol en un día hermoso
encima de la roca del Elefante signifique vivir una
experiencia inolvidable, no es aconsejable bajar el
peligroso roquedal en la oscuridad ni a la luz de
linterna. |
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última actualización
2022-05-20
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