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Cóndor andino - Vultur gryphus
Cerro Elefante -21.42485°
-65.69363° 3373m
→Mapa
Vea también información en este sitio
→El Cóndor |
LOS CÓNDORES DEL ELEFANTE
Caminando unos tres y pico kilómetros en dirección a
nordeste de Tupiza, uno llega al inicio de una senda
rocosa y casi borrada que zigzagueando se empina
rápidamente por el precipicio al lado del Cerro
Elefante. Este último se llama así porque sin aplicar
fantasía, de veras se parece a un enorme paquidermo.
Consiste en un gigantesco bloque de piedra arenisca que
en su punto mayor cae trescientos metros de forma
vertical, dando con esta fachada hacia la ciudad de
Tupiza. La senda mencionada gana 450 metros de altura
para llegar a la Estancia Chuchuli en medio de una chica
meseta atrás del Elefante. Desde ahí es fácil llegar en
cima de la cabeza del Elefante por atrás, subiendo más
120 metros. En la base del paredón vertical crece en el
acantilado un bosque cerrado de altos y añosos cactus
candelabros, incluyendo todas las cinco especies
presentes en Tupiza – el Trichocereus werdermannianus,
Trichocereus tacaquirensis, Oreocereus celsianus,
Trichocereus tarijensis y como el más tupiceño entre
todos, el Cleistocactus tupizensis. Sea por erosión, sea
por corrosión la muralla del Elefante está perforada
parcialmente por huecos y cuevas peor que un queso
suizo, ofreciendo hábitat ideal para gran número de aves
diferentes. Ya hablamos en la página precedente (→Aves
tupiceños 2) de las casas de los loros como también
de los nidos de aguiluchos, jilgueros, monteritas y
dormilonas. Sin duda lo más destacado era un saliente
rocoso en el tercio superior meridional de la pared, en
donde al abrigo de un peñasco cobertizo vivía hace años
una pareja de cóndores. Mientras empezaba a subir la
corriente térmica en las mañanas soleadas, las dos aves
imperiales se precipitaban en el abismo abriendo sus
enormes alas y sin mover pluma iban planear por arriba y
por abajo dando vueltas y revueltas y jugueteando uno
con otro por los aires celestiales enfrente de la roca
vertical. Pasado una horita volvían a su peñasco para
empezar el aseo de su plumaje. Era conmovedor ver el
cariño que tenía uno con otro ¡Cuantas veces he subido
tempranito por allá para asistir a este espectáculo!
Creo que los dos ya me conocían, pues se comportaban sin
molestarse por mi presencia. Hasta que un triste día vi
a algunos imbéciles armados de rifles trepar el
acantilado y cuando se pusieron a disparar a los cuatro
vientos yo salí precipitosamente; aquellos cretinos iban
matarme hasta a mí. Alejándome siguieron los fusilazos
por harto tiempo.
Nunca más volví ver a los cóndores del Elefante. |
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Cóndor andino - Vultur gryphus
Cerro Elefante -21.42651°
-65.69299° 3513m
→Mapa |
Descendiendo un poco las rocas de la cabeza del Elefante hacia la pared vertical, se alcanza un nicho
inmediatamente encima del abismo. Ahí la pared hasta es
sobresaliente y mirando por abajo uno se encuentra en un
grande vacío a más de doscientos metros encima de los
cardones en la base. Me gustaba tumbarme boca arriba en
ese nicho y esperar que los cóndores subieran a
saludarme... |
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Jote cabeza roja - Cathartes aura
Cerro Okhe Rumi -21.40773°
-65.72850° 3208m
→Mapa |
Este pariente del cóndor no sólo en Tupiza es común. El
Jote de cabeza roja es un grande buitre que al pié de la
letra limpia las Américas de carroña entre el sur de
Canadá y el Cabo de Hornos, estimándose su población en
cinco millones de individuos. Ésos de Tupiza parecen ser
más grandes que en común, alcanzando unos dos metros de
envergadura ¿Será que los chivos que de vez en cuando se
estrellan en los precipicios tengan carnes de calidad de
exportación? Además parecen existir algunas subespecies
aun no clasificadas por la ornitología – mientras que el
Jote de cabeza roja común corresponde a ese de la foto
aquí abajo con cabeza rojiza y con pico de color marfil,
por ejemplo eso de la foto arriba tiene pico con punta
negra. El Jote en página
→Tupiza 4 con cabeza y pico de color negruzco, más
bien es un ave juvenil. Semejante al cóndor, el Jote de
cabeza roja anida en cuevas o nichos por los roquedales
poniendo entre uno y tres huevos sin construir nido.
Ambos padres empollan durante 30 a 40 días y siguen
cuidando la cría durante unas once semanas dándole de
comer regurgitando. Su expectativa de vida alcanza unos
18 años. Al contrario del cóndor que tiene mucho cuidado
con su plumaje y pasa harto tiempo con el aseo personal,
el jote en este respecto es desordenado sin igual. Es
normal ver por el cielo alguno con plumaje completamente
desmelenado, así que parece increíble que “tal cosa”
pueda mantenerse planeando en el aire. Durante el día,
esa ave que en Tupiza se llama simplemente “buitre” (y
para los turistas crédulos “cóndor”) anda planeando
solitario por los cielos sin aletear. Igual que el
cóndor y en diferencia con las demás aves tiene sentido
de olfato excelente capaz de detectar olor de carroña a
grande distancia, aunque prefiera carne de animal recién
muerto. Al anochecer vuelve de sus correrías a su
dormitorio, como por ejemplo a la colonia de sus
congéneres en las rocas del Cerro Palala en Palala Bajo.
Es un espectáculo inolvidable ver encima de las
fantásticas siluetas de torres rocosas unos cincuenta o
más buitres gigantes cubriendo el cielo y todos juntos
dando vueltas como un vórtice. Me recuerdan la famosa
película de Alfred Hitchcock. Trepando los cerros de vez
en cuando encuentro a algún que otro buitre loquito que
se divierte lanzándose a pico encima de mí para cambiar
de rumbo al último momento. Sin embargo esta ave es
inofensiva, no acostumbra atacar animal vivo ni propaga
enfermedades ningunas; todo lo contrario es importante
para el aseo en la naturaleza y útil previniendo
amenazas y daños sanitarios para hombres y animales,
causados por carroña en estado de putrefacción. Por eso
el Jote de cabeza roja está protegido por un número de
leyes y tratados internacionales, incluyendo el Tratado
de Aves Migratorias en EEUU, por la Convención para la
Protección de Aves Migratorias en Canadá, y por la
Convención para la Protección de Aves Migratorias y de
Mamíferos en México. En EEUU está prohibido capturar,
matar o poseer Jotes de cabeza roja, con pena de multas
altísimas y hasta pena de prisión. El Jote de cabeza
roja es también incluido en la Convención de Especies
Migratorias de Animales Silvestres ratificada por 115
países, incluyendo la Argentina, Chile, Bolivia,
Paraguay, Uruguay, Perú, Ecuador, Panamá, Honduras,
Costa Rica y Cuba.
La Wikipedia ofrece un artículo excelente sobre el
→Jote de cabeza roja |
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Jote cabeza roja - Cathartes aura
Cerro Santa Rosa -21.47506°
-65.69648° 3383m
→Mapa |
¡La situación se está poniendo pesada! El enorme buitre
chistoso está jugando a kamikaze y cañonero con el pobre
turista... |
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Torcaza - Zenaida auriculata
Cerro Torrejón Punta -21.38973°
-65.77120° 3201m
→Mapa |
En oposición a la paloma doméstica que comparte nuestras
ciudades y a que cariñosamente llamamos de “rata
volante”, la Torcaza o Tórtola es una entre varias
especies de palomas silvestres. Vive en gran parte del
continente sudamericano desde los litorales hasta el
Altiplano andino y en el Caribe. En zonas agrícolas de
Brasil y Argentina la cazan por ser considerada dañina
para la agricultura. En Brasil ya se observaron bandadas
con más de un millón de individuos, aunque es normal
encontrarla en parejas o en bandadas chicas. En Tupiza
las Torcazas son más raras; sin embargo a los tupiceños
al verlas se le hace la boca agua y afirman que son muy
ricas para comer. La Torcaza a su vez come por tierra,
como la paloma doméstica. Se alimenta de semillas y
granos, frutas, insectos y limazas. Se adapta a varios
tipos de ambiente prefiriendo zonas áridas o semiáridas.
Si dispone de abundante alimento se reproduce en
cualquier época del año construyendo una base de palitos
muy básicos en arbustos o árboles. Durante esta época
lleva a cabo dos y hasta tres posturas de dos huevos
cada una, empollando dos semanas. Al salir del huevo,
los pichones permanecen en el nido más dos semanas. La
Torcaza alcanza hasta 26 centímetros de largo. Sabe
volar muy rápidamente y con gran capacidad de
maniobrabilidad, superando fácilmente 100 kilómetros por
hora. |
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Palomita boliviana o
Palomita moteada - Metriopelia ceciliae
El Angosto -21.50950°
-65.70268° 2924m
→Mapa |
Si es verdad que los ojos son las ventanas del alma,
mejor no acercarse a esta palomita... Fácil de reconocer
por ese anillo de piel desnuda de color anaranjado
rodeando el ojo, la Palomita boliviana es muy chica y
llega a medir no más de 17 centímetros de largo. Esta
especie se encuentra en zonas andinas rocosas desde el
norte del Perú hasta el noroeste argentino y el norte
chileno. No obstante se halla también en el litoral del
Pacífico. La Palomita boliviana vive mayormente posada
en el suelo, sin embargo a diario emprende también
largos vuelos para llegar de su dormitorio a su zona
alimentaria. Al levantar vuelo emite por su aletazo un
sonido característico y único. Come semillas, granos,
frutas, insectos y limazas. Anda en pareja o en grupos
chicos. Nidifica en nichos de rocas o hasta por el
suelo. Su nido es voluminoso, hecho con materiales
blandos. Pone dos huevos. |
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Atajacaminos ñañarca - Caprimulgus longirostris
Palmira -21.46733°
-65.73032° 2982m
→Mapa |
Aquí tenemos a más un ave “terrestre”, talvez la más
rara que encontré en Tupiza. A causa de su plumaje
mimético, a mi primer encuentro creía que se trate de un
pichón de una especie enorme, que había caído de su nido
o talvez de un pájaro enfermo. Acercándome hasta al
alcance de mano, de repente el pájaro aleteando hizo un
gran salto de algunos metros para posarse otra vez por
el suelo más allá y permanecer ahí completamente
inmóvil. Ahora bien, se trata del Atajacaminos ñañarca o
de la Gallina ciega, ave nocturna o crepuscular que mide
unos 22 centímetros. De noche silba con voz melancólica
y atrapa mariposas nocturnas y otros insectos voladores
grandes realizando vuelos acrobáticos. Una
característica especial para su sistema de caza son unas
cerdas largas que posee alrededor del pico, y que le
sirven a modo de "red atrapadora". Durante el día queda
en el suelo, escondido entre alguna planta o en un sitio
oscuro permaneciendo perfectamente inmóvil. Anida en el
suelo, en zonas escasamente vegetadas y sin ninguna
protección especial. Deposita dos huevos por nidada
directamente sobre la tierra en una ligera excavación.
Son ovalados con sus dos polos iguales; y de color
blanquecino terroso. La incubación dura unos 20 días.
Los pichones permanecen en el sitio; la coloración de
los huevos y de los pichones es mimética con el entorno
del sitio del nido. Durante el día uno de los dos padres
siempre los está cubriendo. En Sudamérica el
Atajacaminos ñañarca se distribuye a lo largo de la
Cordillera de los Andes desde las tierras bajas al
oriente y el litoral del Pacífico hasta el Altiplano.
Estimas acerca del número de su populación no existen,
sin embargo debido a su amplia distribución no es
considerado ser amenazado. |
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Zorzal chiguanco - Turdus chiguanco anthracinus
Cerro Torrejón Punta -21.38580°
-65.76029° 3040m
→Mapa |
El Zorzal chiguanco es un ave mediana grande de 25
centímetros de largo. Se le distingue por las posturas
que asume con la cabeza levantada, el pecho saliente,
las alas inclinadas, como en posición de alerta o de
escuchar. Por el suelo avanza dando saltos y levantando
la cola en busca de alimento que consiste en insectos,
lombrices, gusanos y fruta. Anida en arbustos o árboles
con ramas muy tupidas. Al Zorzal chiguanco se le
encuentra en zonas semiáridas, en las orillas de ríos o
riachuelos, en pastos cortos o en la vera de caminos,
picoteando el suelo con su pico naranja, en alturas de
2000 a 4000 metros. Se distribuye a lo largo de los
Andes desde Ecuador hasta el norte de Chile y Argentina.
Tiene un canto de frases melódicas repetidas de tres a
seis veces.
La familia de los Túrdidos incluye cerca de 330 especies
en 54 géneros que viven en todos los continentes,
incluyendo islas remotas. |
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última actualización
2022-05-20
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