|
LA DINASTÍA DE LOS ARAMAYO, LOS “REYES DE LA PLATA” |
 |
José Avelino Aramayo 1809 - 1882 |
Para muchos políticos e historiadores los miembros de
este clan constituyeron el grupo de los “reyes de la
plata”, y más tarde figuraron como los “barones de la
gran minería”.
→ 1ª Generación: José Avelino Aramayo Ovalle 1809 - 1882
→ 2ª Generación: Félix Avelino Aramayo Vega 1846 - 1929
→ 3ª Generación: Carlos Víctor Aramayo Zeballos 1889 - 1981
→ Vea también la información en página "Tupiza 1" |
|
PREFACIO:
Consta en las crónicas de la familia, que Francisco
Ortiz de Aramayo, contrajo nupcias con Juana de Dios de
Porras y Matorras, en la segunda mitad del siglo XVIII.
En los primeros años del siglo XIX habitaba en Moraya un
matrimonio integrado por Isidoro Ortiz Aramayo, hijo de
Francisco Ortiz de Aramayo, y de María Ovalle. El 25 de
septiembre de 1809 María dio a luz en Moraya a un hijo
varón, bautizado el 1 de octubre con el nombre de José
Avelino. Sus padrinos fueron Bruno Ortiz de Aramayo y
Manuela de Aramayo, vecinos del lugar. José Avelino,
quedó huérfano de madre en 1815.
En Tupiza, en la Plaza Independencia, existe una estatua
en su honor que fue inaugurada en 1909, por su hijo
Félix Avelino Aramayo Vega. |
|
1ª GENERACIÓN – JOSÉ
AVELINO (ORTIZ DE) ARAMAYO OVALLE 1809 -
1882
José Avelino Aramayo nació
en Moraya (Potosí), en 1809 y murió en París (Francia),
en 1882. Conoció a la argentina Coloma Vega, hija del
general Nicolás Vega. Ella tenía 19 años y él 36, cuando
contrajeron nupcias en París, el 27 de septiembre de
1845. Testigos de su boda fueron José María Linares e
Isidoro Echegaray. La pareja tuvo cinco hijos: Félix
Avelino, Carlos, Emilia, Luis y Elvira.1
José Avelino, pertenece al
primer anillo de la cadena de tres generaciones de
industriales mineros y figura prominente de la minería
argentífera, en el siglo XIX. De familia modesta, empezó
de ayudante de arrieros que comercializaban desde
Tucumán (Argentina), hasta Cuzco (Perú); luego, fue
empleado del minero y comerciante tupiceño Manuel de
Jáuregui, con quien adquirió mucha experiencia.2
Nunca estuvo de acuerdo
con las políticas de Estado, relativas a la
comercialización de las pastas de plata. Convencido de
las ilimitadas posibilidades que ofrecía el país y las
ciencias, trazó un diagnóstico muy crítico de la
sociedad boliviana; emprendiendo, desde 1850, una
campaña para que el país alcanzara el nivel de los
europeos o de la Argentina o Chile, y la base tenía que
ser la actividad minero-metalúrgica, que abarcaba
simultáneamente: los ferrocarriles (que fueron
proyectados por él en 1863, 1866 y 1870) para salvar el
Litoral, la agropecuaria, los intereses territoriales y
la democratización de la vida política.
Como viajero que fue,
recorrió a lomo de caballo o mula, la provincia Litoral;
y llegó al convencimiento de que los yacimientos de
Lípez, Portugalete, Chocaya, Ubina, Huanchaca, Porco,
Potosí, Aullagas, Antequera, Poopó, Oruro, Carangas y
Salinas, constituían el futuro y podrían alimentar la
formación de numerosas empresas mineras. Él sabía dónde
se encontraban los yacimientos de oro, ya que este metal
era producido en pequeñas cantidades por sus pobladores,
en: Tipuani, el río de los Cajones y Chuquiaguillo
(todos en La Paz); Choquecamata, Chayanta y Chichas
(todos en Potosí); Mojos y Chiquitos (en el oriente).
Había trabajado un tiempo
en la mina Gallofa. Tenía conocimiento de la mina de
Colquechaca y por eso las otras minas no tenían secretos
para él; ya que conocía de su mineralogía, la potencia
de sus vetas, la profundidad de sus tajos y el volumen
de sus reservas. Partía de la premisa que las minas
habían sido trabajadas sólo superficialmente y que
estaban intactas a profundidad. Identificó, de la misma
manera, las minas de cobre; y afirmaba que esas vetas
eran abundantes y ricas, y estaban situadas en: el
Desaguadero, Corocoro, Sicasica, Paria, Oruro, Negro
Pabellón, Poopó, Condo, la cordillera de los Frailes,
Lípez y Chocaya (sus vetas en Chichas y San Bartolo, en
la provincia de Atacama, eran poderosas). Y la misma
opinión tenía de las menas estañíferas, y aseguraba que
el estaño se encontraba en todas las formaciones y con
buena ley, que debería hacer su explotación y beneficio
muy sencilla y poco costoso; mencionaba como gran
yacimiento al hermoso cerro de Huanuni3,
que apenas había sido trabajado por los antiguos, en sus
afloramientos y nada a profundidad. |
|
1. Félix Avelino, estuvo casado con la peruana Elena
Zeballos; Carlos, contrajo nupcias con Adelaida Alcalde,
y radicaron en el Litoral; Emilia, casada con su primo
Domingo Vera; Emilia, murió en París, afectada una larga
dolencia; Luis, falleció a temprana edad de pulmonía,
que contrajo cuando trabajaba en una mina de Potosí; y
Elvira, que se unió en matrimonio con el médico francés,
Alberto Charpentier.
2. Viajó a Europa en 1835 (que repitió en 1837, 1845,
1863 y 1871 y observó en el viejo mundo, la evolución de
la revolución industrial) y regresó a Bolivia, con un
pequeño capital; lo que le permitió convertirse en
importador de mercancías y exportador de oro.
3. Por
1827, se descubrió una veta muy prometedora. |
|
En 1849, nació la empresa
mercantil 'Aramayo Hermanos', que se ocupaba de rescatar
minerales. Tenían oficinas en La Paz y Potosí. Pronto la
firma se hizo de nombre, en el ámbito comercial y
financiero en el sur del país. Entre otros rubros se
dedicó a la exportación de cascarilla o quinina (buena
contra el paludismo), que obtenían en la provincia
Caupolicán (La Paz) y del Chapare (Cochabamba); para eso
fundaron un Banco de Quinas, que tenía el monopolio para
exportar anualmente 322 toneladas de corteza.4
Luego del exilio, en Chile
(1848-1853)5,
fundó la 'Sociedad Antequera', basándose en la
pertenencia minera de Caracollo y el ingenio de Sevaruyo
(Oruro). Tanto en la mina como en la planta de
procesamiento, se constituyeron en su época como
pioneras en la mecanización y transferencia tecnológica
europea; y en el campo social, patrocinó la creación de
la Caja de Ahorros, para los obreros. En 1855, organizó
la 'Compañía del Real Socavón' de la que fueron
accionistas los ex-presidentes: Tomás Frías, Narciso
Campero y Aniceto Arce; y a la que trasladó parte de los
expertos europeos que trabajaban en Carguaicollo,
Oploca, Portugalete y Huanchaca, para acabar arraigado
en San Joaquín, junto al Chorolque (Potosí).
Veamos en detalle esos
negocios mineros. En las cercanías de su casa de San
Joaquín, había levantado un ingenio, para procesar parte
de los minerales producidos en sus minas. Manejó esta
instalación estrictamente y dio trabajo a decenas de
trabajadores. Personalmente daba instrucciones en su
planta. Como tenía nociones de medicina curaba a los
heridos leves y las afecciones de sus mineros, sus
mujeres e hijos; amén de costearles los medicamentos.
Por primera vez en Bolivia, 'Aramayo Hermanos', implantó
un sistema de caja de ahorros a favor de sus
trabajadores; medida que después sería imitada por otras
empresas y daría origen al sistema de seguro social
implantado por Bautista Saavedra, recién en 1924.
En 1850, adquirió la mina
Carguaicollo, de propiedad del ladino cateador Juan
Bautista Palmero. Éste, dos años antes había descubierto
dos vetas de plata (de 3 kg/t de ley): la Ancona y la
Tacana. En la mina aplicó lo que había visto en Francia,
introduciendo por primera vez, en Bolivia, el sistema de
“maderocarriles” en interior mina. Eran una especie de
volquetas que servían para transportar los minerales, y
se deslizaban sobre rieles de madera, recubiertas de
planchas de hierro; en esta forma, las menas o el
mineral de caja podían ser sacados a la bocamina, más
cómodamente que empleando las carretillas a mano.
Una obra de mayor
envergadura se efectuó en el ingenio de Sevaruyo, donde
José Avelino instaló nuevas máquinas para la molienda. A
buen costo adquirió y quiso introducir el método de
barriles o toneles, para amalgamar; desarrollado en
Freiberg (Sajonia). Construyó hornos utilizando un
sistema patentado en Europa, denominado Freiberg, y más
tarde los reemplazó por hornos de doble bóveda. Dado que
esa tecnología era desconocida en el país, tuvo que
contratar, a su costa, a expertos (ingenieros,
metalurgistas, químicos, maquinistas, operarios y
artesanos) para modernizar sus empresas. Así, en 1856,
trajo al mensurista y topógrafo alemán Hugo Reck6,
con el fin de diseñar el mapa del Altiplano boliviano.
Carlos y Ernesto Francke (alemanes), metalurgistas, se
ocuparon de difundir las nuevas técnicas de
amalgamación-fundición, ignoradas en Bolivia; y que
rápidamente fueron adoptadas por numerosas empresas.
Juntos fundaron la sociedad 'Aramayo, Francke & Co. Ltd.'7.
Otro experto que llegó fue Guillermo Bruckner, inventor
del horno que lleva su nombre; y que se hizo famoso más
tarde en México y Estados Unidos. Trabajaron para él: el
ingeniero de minas, Enrique Stollwerk; el contador
financista, Pedro Peruski; el ensayista-metalurgista,
Enrique Rosenbluth; el pedagogo, Francisco d’Avis8
y el carpintero, H. Mack. Carguaicollo se constituyó en
la mina pionera de la mecanización en el país; y
Sevaruyo, el lugar de muchas innovaciones tecnológicas.
La empresa, al cabo de tres años, rendía 300’000 pesos,
al año. |
|
4. Esta incursión no le trajo satisfacciones, ya que se
produjo una sobre oferta que no pudo ser comercializada;
ocasionando la tala innecesaria de bosques de esta
planta medicinal.
5. J.A. Aramayo Ovalle, no tuvo predilección por la
política y fue acérrimo antimilitarista. No logró
admirar a A. de Santa Cruz ni a J. Ballivián. Tuvo
problemas con I. Belzu, que lo exilió a Chile, a su
turno, M. Melgarejo, que lo desterró a la Argentina.
Apoyó a los presidentes civiles: J.M. Linares, T. Frías
y A. Ballivián.
6. En 1863, Aramayo publicó un trabajo sobre una nueva
vía de comunicación. En este proyecto trabajó Hugo Reck
y otros profesionales extranjeros; consistía en hacer
navegable el río Desaguadero, que comunicaba el lago
Titicaca con Pampa Aullagas (Poopó). Esto era posible,
efectuando obras de ingeniería en una distancia de 590
kilómetros. Recomendaban los técnicos que desde Pampa
Aullagas se construya un canal, y no un ferrocarril. La
idea era transportar minerales de cobre, estaño y plata,
y podría también ser utilizado para los minerales
provenientes de Lípez, Chichas, Porco, Chayanta, Paria,
Oruro, Sicasica y Carangas (de todo el Altiplano).
Quedaba pendiente el trazo del ferrocarril a través de
la cordillera y luego por el Litoral. Los planos fueron
delineados más tarde.
7. La compañía fue registrada en Londres, en 1906, bajo
esa denominación. Los Francke y otros alemanes, poseían
una sexta parte de las acciones.
8. José
Avelino Aramayo, vivía consagrado a su esposa y sus
cuatro hijos, a quienes brindó esmerada educación. Su
casa solariega de San Joaquín, en el valle de Tupiza,
fue el aula donde, entre otros, el maestro irlandés d’Avis
enseñaba a los cuatro hijos y otros amiguitos; entre
ellos un tarijeño, Aniceto Arce. Desde Europa, hizo
traer un piano y contrató maestros de música, italianos.
En la huerta de su casa, de San Joaquín, dispuso
plantar: perales, ciruelos, guindas, almendros,
durazneros y manzanos. |
|
Y no conforme con ello,
buscó socios y contrajo fuertes deudas. En el siglo XIX,
lo imposible se llamaba el Cerro Rico de Potosí, mina
marginal que tenía plata de baja ley, mucha pirita y
estaño de escasa aplicación. En 1858, organizó la
'Compañía del Real Socavón', de Potosí, con el propósito
de explotar sus parajes. Primero, un día visitó el Cerro
con Martín Jáuregui; y más tarde, mandó edificar el
ingenio Quintanilla, al que dotó de tecnología que hasta
entonces no se conocía en Bolivia, y llevó a sus
expertos extranjeros contratados para Carguaicollo. Para
cubrir los gastos emitió acciones en el mercado local y
se asoció con personalidades, como: Tomás Frías y
Narciso Campero, y otros inversores menores; con los que
a la larga terminaría pleiteándose. Vano fue su
esfuerzo: la plata del Cerro estaba agotada; no
obstante, estaban los desmontes de estaño aguardando ser
retratados, porque su precio todavía no justificaba su
recuperación.
Ya hemos manifestado que
la idea de construir un socavón casi en la misma base
del Cerro Rico, era un proyecto colonial de la época de
Jorge de Escobedo y Alarcón (por 1778). Esos trabajos
posteriormente fueron abandonados. Al ser retomados por
José Avelino, en 1876, éste fue el primer industrial
minero en utilizar máquinas perforadoras en el Real
Socavón de Potosí, y donde tuvo cierto auge en la
explotación argentífera. En 1886, fueron adquiridas esas
pertenencias por la 'Compañía Inglesa del Real Socavón'.
Otra sociedad que operó
casi simultáneamente a la anterior, fue la que organizó
con los industriales mineros Gregorio Pacheco y Calixto
Yánez, para explotar los famosos yacimientos de
Antequera y Oploca; o sea, las minas de Portugalete.
Para completar esta situación y arriesgando todo, se
lanzó a la adquisición de Huanchaca, ubicada en el cerro
de Pulacayo, muy cerca de Uyuni; y que la encontró
abandonada por la presencia de agua hirviente que
brotaba a borbotones.
Huanchaca, le dio modestas utilidades y con el paso del
tiempo, los elevados costos de producción le originaron
serias pérdidas que le obligarían a deshacerse de la
mina. Una verdadera lástima, ya que en 1894, Huanchaca,
pagó dividendos superiores a 400’000 libras esterlinas;
una cifra superior al presupuesto nacional de ese año.
No todo le salió bien y tuvo que deshacerse del Real
Socavón de Potosí, de Huanchaca y otras minas más.
Acosado por los pleitos entablados por los acreedores,
sus adeudos sumaban cerca de medio millón de pesos. La
firma 'Aramayo Hermanos', debió declararse en quiebra; a
pesar que el valor de sus inversiones superaba el millón
y medio de pesos.9
De las líneas precedentes
podemos imaginarnos la personalidad de este inquieto
industrial minero: emprendedor, innovador, temerario,
visionario, soñador, poco pragmático, etc., de
ascendencia muy humilde y que nunca logró gran fortuna.
Como hombre de temple luchó hasta el último de sus días.
No alcanzó personalmente la satisfacción de conocer el
triunfo; y cuando murió, dejó más deudas que fortuna, a
sus hijos. |
|
9.
Estas inversiones se descomponían así: Carguaicollo, 20½
acciones; Real Socavón, 50; Antequera, 36; Sociedad de
Huanchaca, 3; Sociedad Oploca, un crédito activo de
68’650 pesos. A esto se agregaban cuatro estancias
agrícolas: Naayu, Tunalito, Hipaguasa y Pirití; con más
de mil cabezas de ganado. Y por último, una casa en la
ciudad de La Paz. |
|
2ª GENERACIÓN – FÉLIX
AVELINO ARAMAYO VEGA 1846 - 1929 |
 |
Nació en París (Francia),
en 1846 y falleció en Biarritz (Francia), en 1929. Fue
padre de Carlos Víctor Aramayo Zeballos10.
Uno de los más típicos “capitanes de la empresa”.
Pertenece al segundo anillo de la cadena de tres
generaciones de industriales mineros. Hijo de José
Avelino Aramayo Ovalle y de Coloma Vega, fue traído muy
niño a Bolivia y, en 1862, su padre le asignó el cargo
de cajero en el campamento San Joaquín (con 16 años y un
haber de 25 pesos mensuales); además de ser su compañía,
en sus desplazamientos. |
Al año siguiente entró a
un internado inglés en Tottenham, Middlesex, próximo a
Londres, en el que permaneció hasta 1866; aprovechó en
ese tiempo, de hacer un aprendizaje en las minas de
estaño de Cornwall.
Cuando regresó a Bolivia,
el 25 de abril de 1866, obtuvo licencia para prospectar
el cerro Grande de Chorolque y los cantones comprendidos
entre Cotagaita y Portugalete. Cuando le fueron
concedidas tres estacas minas, las bautizó con el nombre
de Vega, en homenaje a su madre. Acto seguido, fundó la
sociedad 'Félix Avelino Aramayo y Compañía', con sede en
San Joaquín, y se asoció con los hermanos Francke,
traídos por su padre.
Poco tiempo atrás, un
laborero chicheño, Juan Arraya, había descubierto en el
cerro Espíritu Santo un importante filón de bismuto, que
fue registrado con el nombre de Progreso. Luego,
cortaron una segunda veta, a la que bautizó con el
nombre de Ferrocarril. En ambas se hallaron trazas de
estaño, a las que no le dieron mayor importancia, por el
bajo precio de éste. Entonces, se dedicó a explotar con
métodos modernos el bismuto y logró, en junio de 1867,
colocar las barras fundidas por el alemán Francke, en
crisoles, en Tupiza, en los mercados ingleses; y fue la
ocasión para que Bolivia se incorpore al mundo
industrial. Félix Avelino, estando en Londres, en 1868,
estableció una pequeña refinería. Ese año logró se
exhiba una placa de bismuto, procedente de sus minas, en
la Exposición Universal de París. Despachó a Bolivia 600
cajones de insumos y azogue requeridos para amalgamar
plata; además, de toda la maquinaria para montar un
ingenio en Quechisla; y asimismo contrató los servicios
de dos técnicos ingleses (John Illinworth y John Hunter),
que se ocuparon de instalarla.
Su experto laborero,
Arraya, descubrió nuevas vetas en Tasna: El Rosario, La
Murua, La Lealtad, La Constancia y La Tacana. Más tarde,
se añadirán otras: La Milagros, San Agustín y San
Ceferino.
En noviembre de 1870,
viajó a Cobija (Potosí), a encontrase con sus parientes
chilenos. Se asoció y fundó con Nicolás Igualt, la
empresa minera 'Igualt y Aramayo', para comenzar a
explotar el yacimiento de Caracoles (Potosí),
descubierto por ese año, en la provincia de Atacama.
Modesto como era el aporte de Aramayo, dos años más
tarde liquidó su asociación con sus parientes,
percibiendo una utilidad de 115’000 pesos; suma
bienvenida para cubrir apremios de los numerosos
acreedores de su padre. Su meta era invertir poco, no
arriesgar mucho y contentarse con módicos dividendos;
pero, seguros. Todo lo contrario a la filosofía de su
padre. |
|
10. Felix Avelino, nació un 23 de junio de 1846 en París
(Francia), en la casa 29 de la calle Choiseul; y fue
bautizado el 7 de julio, en la iglesia de Saint-Roch.
Invocando una ley de 2 de octubre de 1851, logró la
ciudadanía plena boliviana. Murió un 5 de mayo de 1929
en Biarritz (Francia).
Sus últimos años, Félix Avelino Aramayo, los pasó en
Francia, rodeado de su familia. El 30 de junio de 1908,
perdió a su madre, Coloma Vega, que había sobrevivido 26
años a José Avelino. Este suceso fue el más desgarrador
en su vida y logró consuelo en su pesar por mediación de
sus hermanas Emilia y Elvira. Sus cuatro hijas estaban
casadas: Elena, con Roberto Germán-Robón (un aristócrata
colombiano); Emilia, con el conde Alberto de Aguilar;
María Luisa, con el marqués Pierre d’Arcangues; y Mabel,
con el conde Jean d’Arcangues. Carlos Víctor, el único
varón, se casó con María Renée Tuckerman.
Su esposa, Elena Zeballos de Aramayo, falleció el 15 de
febrero de 1940; sus restos descansan junto a los de su
esposo, en el cementerio de Arcangues (Francia). |
|
Aramayo, demostró su
interés por invertir en el Litoral y advirtió a los
gobernantes de turno (A. Arce, T. Frías y G. Pacheco),
sobre el peligro que entrañaba la presencia de capital
chileno. En 1880, fue elegido representante por Chichas
en la Convención Nacional. El presidente Pando, lo
nombró ministro en Londres; y jugó un rol importante en
la formación de 'Bolivian Syndicate', un esfuerzo para
impedir que el Brasil se apoderara del Acre. Como
experto que era en cuestiones monetarias, escribió sobre
la manera de fijar la relación entre el “patrón” oro y
plata. A favor de sus intereses personales, agrandó la
empresa, que comprendía las minas en Ánimas (Chocaya),
Chorolque, Tasna y Quechisla; donde se producía
estaño-wólfram-bismuto, empleando unos tres mil
trabajadores, con salarios superiores a los que pagaban
otras empresas.
En 1876, Félix Avelino,
construye su mansión de dos pisos, en Chajrahuasi, cerca
de Tupiza, rodeada por espaciosos huertos y frondosos
árboles. La familia abandonó San Joaquín, para gozar de
las comodidades de su nueva casona solariega; la vieja
casa familiar, la vendieron para seguir pagando deudas
contraídas. Chajrahuasi, resultaría ser el refugio de
dos generaciones de Aramayos. Otra venta, por los mismos
motivos, que talvez más tarde lo lamentaría, fue vender
su parte o sus acciones en la 'Compañía Oploca', a una
sociedad constituida por los inversores chuquisaqueños:
Gregorio Pacheco y Francisco Argandoña, y el tarijeño,
Aniceto Arce. Sus nuevos dueños lograron tiempo después
crecidas utilidades.
Félix Avelino, fue el
primero en conocer sobre el ataque a Antofagasta, el 14
de febrero de 1879; inclusive antes que el propio
presidente de la república, Hilarión Daza, porque pocas
semanas antes había inaugurado la línea telegráfica
entre Tupiza y Buenos Aires. Entonces, la noticia se
conoció vía Argentina.
Según Roncal, la 'Compagnie
Aramayo des Mines en Bolivia', con sede en Ginebra
(Suiza) y domicilio legal en Tupiza (Potosí); y años más
tarde con Gerencia General en La Paz (Bolivia), fue una
de las organizaciones más cimentadas, en 1879, fundada
con el esfuerzo y tenacidad de Avelino Aramayo. Las
principales minas que poseía esta compañía, fueron:
Chorolque, Tasna y Porco; con un total de más de 5’000
hectáreas. Chorolque, era conocida por sus ricas menas
de plata-estaño-cobre. En las minas de Chocaya, se
explotaba en forma exitosa estaño; la veta Colorada,
tenía una potencia de tres metros de ancho; en 1930 esta
veta todavía tenía leyes de 80 kg/t Ag y 10% Sn, lo que
la convertía en un extraordinario yacimiento. Para sus
instalaciones de procesamiento contaba con motores a
diesel, a gas y a turbina; con una potencia instalada de
1’400 HP11.
Sus principales plantas fueron: Santa Elena y Salo, en
Chorolque; Buen Retiro, en Tasna; Asllani y Telamayu, en
Chocaya; y Agua de Castilla, en Porco. Ibáñez, asevera
que, Félix Avelino Aramayo, fue el iniciador de la
construcción de los ferrocarriles: Mejillones-Caracoles
y de Arica-La Paz. |
|
11. Testigos del acceso de
Europa y los Estados Unidos a la era tecnológica e
industrial, simbolizada por las máquinas de vapor y la
electricidad, quisieron incorporar su patria a ese mundo
cuyo despertar percibían intuitivamente. Románticos,
cada uno a su manera, padre e hijo buscarán, en tanto
forjaban su prosperidad personal, labrar una patria
arquetipo de progreso en Sudamérica. |
|
3ª GENERACIÓN – CARLOS
VÍCTOR ARAMAYO ZEBALLOS 1889 - 1981 |
 |
Nació 1889 y murió 1981 en
París (Francia)12.
A los ocho años fue matriculado en la escuela
preparatoria de Kensington, barrio residencial
londinense. Desde 1901, hasta 1908, fue alumno interno
del colegio Beaumont, donde recibió formación
humanística. A los 19 años de edad se matriculó en
Oxford, donde permaneció dos años (hasta 1910, no
terminó de graduarse). Su padre lo preparó para regresar
a Bolivia, y a él le impresionaron estas palabras:
“Cuando hayas concluido tus estudios en Londres tendrás
un cargo aquí, en la Compañía”. |
En efecto, firmó su primer
contrato, con el salario de 30 libras esterlinas por
mes.
Industrial minero (ubicado
en el tercer anillo de la cadena de tres generaciones de
mineros), hijo de Félix Avelino Aramayo Vega, fue
gerente en Quechisla, de la compañía británica 'Aramayo,
Francke Mines Ltd.'. Entre 1916 y 1922, incursionó en la
política13.
Controló el capital de, La Razón14,
la empresa periodística más moderna y prestigiosa del
país, en su época.
Muchos decían que, para
Carlos Víctor Aramayo, más importante que sus negocios
mineros era la circulación de “La Razón” y celebraba
cualquier elogio a su diario. Probablemente, el día más
feliz de su vida fue cuando recibió el premio María
Moros Cabbott, en 1946. En su discurso de
agradecimiento, en Nueva York, recalcó que el éxito era
de su personal, que trabajaba en el periódico durante
casi tres décadas.
Un día de 1917, conoció a
María Renée Tuckerman, en la casa de una amiga de su
familia, Elena Dorado de Peró, en Buenos Aires. Su
futura esposa era francesa, como él (de padre
norteamericano y madre chuquisaqueña), quedó huérfana de
madre y al cuidado de su tía Elena. La boda se efectuó
en Buenos Aires, el 27 de julio de 1918.15 |
|
12. Nació el 7 de octubre de 1889, en un apartamento
situado en la intersección de las calles Meissonier y
Prony, a algunos pasos del parque Monceau, en París. De
sus hermanas guardaba recuerdos, especialmente, de
Mabel; y pocos, de Nelly. Su esposa falleció en
diciembre de 1974 y fue un duro golpe para Carlos
Víctor, y con ella desapareció “parte de su propio ser”.
Él lamentaba no poder volver a ver sus montañas
chicheñas; deciá: “yo he vivido demasiado. Habría
querido vivir más tiempo en Bolivia y morir en mi país”.
13. Fue diputado por Sud Chichas (1916), embajador en
Londres (1926-1934), Ministro de Hacienda (1934-1935),
delegado en la Conferencia de Paz del Chaco (1935);
gerente en 1922 y administrador general de la compañía
'Aramayo de Mines', con sede en Ginebra (Suiza). A pesar
de ello, la política le permitió ejercer sus actividades
en Quechisla.
14. El primer número de “La Razón” empezó a circular un
7 de febrero de 1917, bajo la dirección de Alfredo
Infante. Dado el ataque que ejercitó este periódico al
gobierno de Montes, éste los clausuró en diciembre de
ese año. Carlos Víctor, arremetió comprando nuevas
máquinas e ingresó a formar parte de su Directorio; en
abierto desafío al gobierno, que asaltó su edificio
ubicado en la calle Mercado. La Razón, sobrevivió porque
se convirtió en un órgano nacional.
15. Ella fue la compañera de
su vida. Se había adaptado completamente al ambiente
minero. Muchas de sus obras de beneficencia quedaron en
el anonimato. Su fallecimiento acaeció en 1974. |
|
En octubre de 1922,
regresó la pareja Aramayo-Tuckerman, de Europa, para
establecerse en Quechisla y atender los negocios
familiares; ya que su padre estaba cansado y cargando 77
años. Carlos Víctor se había propuesto ampliar el radio
de acción social de la compañía. Se preocupó de erigir
dispensarios médicos, se dotó de viviendas confortables
a los obreros; se instaló energía eléctrica, agua
potable y alcantarillado; impulsó la construcción de
escuelas para los hijos de los trabajadores, y a éstos
los alfabetizó. Pocas empresas bolivianas hacían esto.
En 1924, Carlos Víctor
Aramayo, agilizó la fundación de la Asociación de
Industriales Mineros de Bolivia “con objeto de procurar,
por todos los medios lícitos y con arreglo a las
prescripciones legales, el desarrollo y prosperidad de
la industria”. En la práctica, los grandes mineros no la
apoyaron y se limitó a manejar una pequeña oficina.
En 1925, la firma
'Guggenheim Brothers', de Nueva York, descubridora de
las minas de cobre de Chuquicamata, en el antiguo
litoral boliviano, propuso a Félix Avelino la compra de
Chocaya; y éste difirió la decisión hasta consultar con
su hijo Carlos Víctor, quien se opuso. Su padre aceptó
esa posición; pero, con la condición que asuma la
presidencia de la empresa familiar.
Ese año, Carlos Víctor,
fue designado presidente de la 'Compañía Aramayo de
Mines en Bolivie'; nueva razón social de la empresa, con
sede en Ginebra (Suiza).
Carlos Víctor Aramayo,
continuó el laboreo minero en lugares que sus
antepasados trabajaron, y era el alma y nervio de las
empresas, de: Tatasi, Portugalete, Chocaya y el famoso
Chorolque. Con su fortuna adquirió minas de gran
importancia en Sud Chichas, Oruro, Esmoraca y los
yacimientos auríferos de la zona de Tipuani. Consta en
la aduana de Uyuni, que pagó por exportaciones de
wólfram, más de medio millón de bolivianos en un año; lo
que significaba un aporte importante a las arcas de la
nación.
En 1936, Carlos Víctor
Aramayo, decidió tentar suerte en Tipuani. Contrató a
muchos consultores y envió misiones exploratorias a esa
región; entre ellas, una con dos expertos americanos:
C.G. Bowers (subgerente de la Compañía) y el ingeniero
William Forrest Coperland. Tras extensas prospecciones
confirmaron que en los lechos de los ríos de Tipuani,
había veneros auríferos. Cuando éstos se encontraban a
flor de tierra, su extracción no era problemática; pero,
si cuando ellos se encontraban debajo del nivel del los
valles y quebradas, y en ese caso había que practicar la
minería subterránea, como en las otras minas (mediante
socavones, galerías, etc.). Más tarde, envió a otro
experto, el famoso ingeniero americano, Edwin Berry.
Éste confirmó las apreciaciones de sus colegas y
paisanos. Antes de lanzarse a la inversión, decidió
extender la prospección a los ríos Mapiri y Kaka,
realizando una serie de sondeos para cuantificar las
reservas del yacimiento. Conclusión: se detectó oro en
las playas, susceptible de ser extraído mediante una
draga. Debía invertir en ella más de un millón de
dólares, lo que las restricciones de la guerra hacían
inviable.
Otro problema, era la
falta de camino y lo difícil de su construcción.
Entonces, decidieron que el mejor medio de transporte
era el aéreo. Se construyó una pista, hangares y
talleres de mantenimiento, desmontando parcelas en
Teoponte y Tipuani. Con el paso del tiempo, esta pista
adquirió pavorosa reputación. Las compañías aéreas
Panagra y Lloyd Aéreo Boliviano, firmaron sendos
contratos con Aramayo, para realizar vuelos muy
arriesgados por cierto.16
Mediante contrato con el
Gobierno, en 1937, la compañía se comprometió a pagar
una regalía sobre su producción bruta de oro (del 6 al
9%); también, debía vender al Banco Minero, en moneda
nacional y a los precios vigentes en el mercado
internacional, un porcentaje de su producción, en escala
decreciente del 15 al 12%17.
Además, el contrato estipulaba una inversión no inferior
a 500’000 libras esterlinas, en trabajos de exploración
y explotación. La empresa podía vender el resto de la
producción, libremente; ya sea, dentro o fuera del país.
Entre 1937 y 1952, la compañía sólo alcanzó a producir
1’788 kilogramos de oro, cantidad insuficiente para
pagar la inversión efectuada. Al 31 de diciembre de
1945, el flujo de caja arrojaba una pérdida de más de
1.9 millones de dólares; sobre una inversión de 3.7
millones de dólares. Maravillosa como aventura, Tipuani
lo fue menos como empresa lucrativa. |
|
16. Sobresalen entre los pilotos de esta ruta, el
legendario capitán Luis Torres. Y a todos los pilotos se
los conocía como los “especialistas de Tipuani”.
17. En ese tiempo el oro
tenía un precio de 32 dólares, la onza troy. Hoy, 22 de
diciembre 2004, vale 442 dólares, la onza troy. |
|
Veamos otra versión al
respecto. En el siglo XX, la firma Aramayo logró
adjudicarse gran número de hectáreas en el río Tipuani, provincia Larecaja
(La Paz), afluyente del río Beni.
Allí tenía sus instalaciones para explotar el preciado
oro. Los Aramayo, no se preocuparon de construir un
camino carretero; eso sí, de una pista de aterrizaje,
desde donde era embarcado lo producido, para su
comercialización. El Estado boliviano, no pudo controlar
lo que se transportaba de Tipuani. Una vez que este
yacimiento pasó a poder de la empresa COMIBOL, ésta no
la pudo trabajar y transfirió las instalaciones al Banco
Minero de Bolivia, que trabajó en administración
directa; para más tarde entregarlas a las Cooperativas
Mineras, las que actualmente la explotan.
Interesante, es también,
la historia de la mina Caracoles. La propiedad estaba
asentada en varios kilómetros cerca de Eucaliptus
(estación ferroviaria en el tramo Oruro-La Paz). Se
decía que contenía ricas menas estañíferas y pertenecía
a la Guggenheim (los reyes del cobre). Su gerente, el
irlandés Horace Graham, le había propuesto varias veces
a Carlos Víctor, comprarle la mina Ánimas. Al no poderlo
convencer, Graham, cambió de táctica y sugirió a
Guggenheim, que tomara a su cargo la administración de
la citada mina, a cambio de un porcentaje sobre
utilidades. Esto le pareció interesante a Aramayo; ya
que su gerente, Malcolm Roberts, estaba próximo a
jubilarse y no había sucesor a la vista. La ventaja de
los Guggenheim, era que contaban con un staff de buenos
consultores. El contrato fue firmado el 19 de julio de
1928; vale decir, poco antes de la depresión económica
mundial, cuya repercusión en Bolivia, fue la caída del
precio del estaño. En 1932, Graham visitó a Aramayo,
para anunciarle la rescisión del contrato (en fecha
julio de 1933). Aramayo puso algunas condiciones, como
la que los técnicos se quedasen; esto lo logró y ellos
efectivamente permanecieron hasta 1952, año de la
confiscación de las minas. Así, Carlos G. Bowers y
Claude Kemper, continuaron con Aramayo; en actividades
de la compañía, en otros países.
Carlos Víctor, sabía que
las inversiones en Caracoles, fueron elevadas; ya que en
la planta de tratamiento, la usina eléctrica y la
infraestructura en oficinas y edificios se gastó mucho
dinero; sólo el camino desde Eucaliptus costó más de un
millón de dólares. Entonces, propuso a Graham, que le
vendiesen la propiedad de Caracoles, en 20’000 dólares;
lo que la Guggenheim, aceptó sin titubear.
Esta mina se valorizó
cuando estalló la segunda Guerra Mundial, dado que se
levantaron las restricciones a la producción estañífera.
La compra, de Caracoles, incluía también la mina de
wólfram de Pacuni, que le proporcionó buenas ganancias.
Aramayo, esperaba que le aumenten la cuota de estaño por
la producción de la mina; lo que en verdad no ocurrió,
ya que esa cuota se la otorgaron a Hochschild. Esto los
distanció; pero, al cabo de poco tiempo se repusieron
esas relaciones.
Escribió un folleto sobre
el estado de la minería boliviana, donde vaticinó su
decadencia en el futuro si la gran minería fuese
estatizada. Junto con Mauricio Hochschild, invirtió en
una empresa agropecuaria en Santa Cruz, la 'Compañía del
Oriente', para suministrar buena alimentación a los
trabajadores mineros (la cual también fue expropiada en
1953). Por otro lado, las relaciones Aramayo-Patiño,
fueron siempre cordiales, aunque algo distantes. Patiño,
quiso comprarle la mina Chocaya; que, por segunda vez,
Aramayo no aceptó.
Una vez que las minas de
los barones fueron nacionalizadas, Carlos Víctor y su
esposa María Renée, fijaron domicilio en el quinto piso
de un edificio en el boulevard Maurice Barres, en
Neuilly-sur-Seine, suburbio residencial de París (cerca
del bosque de Boulogne). Allí vivieron su largo exilio.
Carlos Víctor, seguía dirigiendo sus negocios, contando
con el apoyo de sus fieles colaboradores: Hohn Ribon y
Gastón Arduz; y su secretaria, Hilda Fairthlough.
Mantenía buenos contactos con Leonardo Montero
(abogado); y con Charles Bowers y Claude Kemper
(ingenieros de la ex-compañía); y con Guillermo
Gutiérrez Vea Murguia, su amigo de marras. |
|
Bibliografía:
HISTORIA DE LA MINERÍA ANDINA BOLIVIANA (SIGLOS XVI-XX)
Carlos Serrano Bravo
Potosí, diciembre de 2004
Aramayo, J. Avelino
- (1864): Aramayo hermanos y sus acreedores.
Potosí: Tipografía del Progreso.
- (1836): Proyecto de una nueva vía de comunicación
entre Bolivia y el Océano Pacífico.
Londres: Tipografía de W. And. A. Webster.
Aramayo, F. Avelino
- (1884): The Royal Silver Mines of Potosi, Bolivia.
Compañía organizada en Londres con los intereses del Real Socavón de
Potosí.
Crespo, Alfonso
- (1981): Los Aramayo de Chichas. Tres generaciones de
mineros bolivianos.
Barcelona: Editorial Blume.
- (2002): “Aramayo Ovalle, José Avelino (Ortiz de) (Muraya,
P, 1809 – París, Francia, 1882)”.
En: Diccionario Histórico de Bolivia (2002), vol. 1: 145.
- (2002): “Aramayo Vega, Félix Avelino (París, Francia,
1846 – Biarritz, 1929”.
En: Diccionario Histórico de Bolivia (2002), vol. 1: 146-147.
- (2002): “Aramayo Zeballos, Carlos Víctor (París,
Francia, 1889-1981)”.
En: Diccionario Histórico de Bolivia (2002), vol. 1: 147-148.
Roncal, Elías
- (1984): Historia de la minería boliviana.
La Paz: Editorial Offset.
Hillman, John
- (1987): “Los orígenes de la industria del estaño en
Bolivia”.
En: Historia Boliviana VII, 1-2: 43-67. |
última actualización
2022-05-20
|
|