La Terminal es un lugar con vida palpitante. Todos esos
viajeros esperando la salida de sus buses, armados de
pilas y montones de equipaje, de bolsos, de cajas. Las
cholas cargando los guaguás o todo sus trastos en el
awayu. Niños retozando. Vendedoras de comida rápida,
como salteñas, rellenos, pasteles, picolé, bebidas y
hojas de coca. Cuando se coseche el choclo ofrecen
humintas y los famosos tamales tupiceños (frente a la
terminal hasta hay un monumento al tamal). No faltan los
vendedores ambulantes con toda clase de cachivaches
útiles e inútiles – relojes de pulsera, calculadores,
radios portátiles, peines, hilo y agujas... Están los
lustrabotas, maleteros y changadores, algún agente del
orden y el uno o el otro ratero. En pocas palabras, un
ir y venir igual a un hormiguero.
Las fotos siguientes fueron todas tomadas en la
terminal. |