NOTICIA PRIMERA
De la extensión y
naturaleza del terreno de Chichas.
El Partido de
Chichas, llamado así desde el tiempo de la gentilidad en
el Reino del Perú, tiene de largo, de Norte a Sur,
cuarenta y ocho leguas (1), desde el
arroyo de La Quiaca, que lo divide de la Provincia del
Tucumán, hasta Quirve que confina con Porco; y de ancho,
de Este a Oeste, cuarenta y cinco leguas, que son, desde
tres leguas de Esmoraca para adelante que confina con el
Partido de Lípez, hasta junto a Livilivi, que está
sujeto en lo civil a Chichas, y en lo eclesiástico a
Lípez, como anexo del Curato de San Pablo, que es de su
distrito. Tiene mineral de oro, aunque al presente muy
atrasado, y en él diez minas registradas. Es el oro de
más quilates de todo el Partido, que alcanza hasta 23
quilates, excepto el que llaman "del Cerro", que es de
veta; en el mismo Esmoraca, de sólo 17 a 18 quilates,
llegando la ley de los demás minerales, por lo general,
de 21 a 21½, y no más.
Es país muy
quebrado, compuesto todo él de serranías y sólo en la
parte de Tarija tiene sus valles. Lo extendido por
Chichas, que es desde Livilivi sujeto en lo civil a
Cinti (Partido de Charcas) hasta Esmoraca, raya de la
Provincia de Lípez, es lo que se llama puna, en
partes, demasiado rígida. Sólo en las quebradas se
disfruta un temperamento mediano, llamado entre los
naturales "Chaupi-yunga", que es un medio entre
los dos extremos de frío y calor; de modo que tiene tres
temperamentos bien desiguales.
El río principal de
este Partido es el Toropalca, que pasando por la
Provincia de Cinti, se junta con el de Suipacha y forman
el de Pilaya, que hacia las tierras de los infieles se
agrega al Pilcomayo y es navegable.
El número de los
moradores se gradúa por 60'000 almas; la mitad en los
valles de Tarija y la otra en los altos, con poca
diferencia.
NOTICIA SEGUNDA
De su Capital
Tupiza, y de otros pueblos principales con sus
respectivos minerales.
La Capital de este
Partido es Tupiza, situada en una quebrada, y distante
de Potosí cincuentiún leguas. Su población no pasa de
400 almas, entre algunos españoles que subsisten
principalmente con el comercio de géneros de Castilla y
el trabajo de las minas del Cerro de Coroma; poco maíz,
trigo y arriería, con algún oro de Estarca, altos de
Nazareno y río de Suipacha.
Tiene una iglesia
muy decente con bastante adorno de piezas de plata,
cuadros dorados y otros utensilios, pero el Sagrario es
lo mejor, así por su excelente fábrica como por sus
bellas pinturas exteriores de esmaltes no menos que por
su bella situación, con una gran ventana que hace
demasiado agradable su vista. En dicho Cerro de Coroma
hay una mina que llaman "la Blanca", de donde se
ha sacado mucha porción de plata; y así allí como en
otros cerros muy inmediatos, de distintos nombres, se
cuentan actualmente de doce a catorce intereses de
minas, pero sólo de la "Blanca" se surten dos ingenios,
de a dos cabezas cada uno, y tres trapiches de agua que
hay en la Parroquia, en la Ribera de este pueblo. Son
anexos del Curato de Tupiza, el pueblo de Suipacha, que
es más de españoles mantenidos con la arriería, que es
su principal giro, y alguna corta siembra de maíces y
trigos.
Hay bastantes
veneros de oro; pero ninguno se trabaja con Registro,
aunque los indios
juquean (2) en
ellos.
El pueblo de
Estarca es en su mayor parte de españoles. Trabajan en
minas de oro que se cuentan en sus inmediaciones, sólo
seis u ocho con registro; otros se aprovechan del
juqueo en veneros dejados y sueltos. Están
comprendidos en la misma jurisdicción de la Matriz de
Tupiza, los pueblos de Coroma, San Miguel de Chacapa y
la hacienda de Oploca, que tiene sus capillas públicas.
Quebrada arriba,
cuatro leguas del pueblo de Tupiza, se halla situada
dicha hacienda de Oploca, con otros dos ingenios, de una
cabeza cada uno, y se surte el primero de una mina del
asiento de Tatasi, nombrada "Palomino", que dista
del ingenio catorce leguas. Son pertenecientes a esta
hacienda las de Salo y Mochara, sucesivas unas de otras,
con tierras muy fértiles para trigos, cebada, maíces,
papas y alfalfares, y buenas campañas para crianza de
toda especie de ganados. Tiene derecho de
yanacona (7), que
al presente son 160 indios, con muchos arrenderos. Tiene
además un molino, que es el único en el distrito de
Tupiza. Los señores Yáñez pretenden tener derecho a esta
hacienda, con
título de Condado
(6), que se concedió a su
abuelo, por mérito de su ascendiente Quiroga, célebre
Azoguero de Potosí, que dio al Rey, por quintos,
veintinueve y medio millones. Aun no está declarado este
mayorazgo; pero él es un vínculo demasiado pingüe, que
si se cultivara con industria llegaría a ser el mejor de
la jurisdicción de Charcas y el más extenso, por
calcularse su territorio en cincuenta leguas de Oriente
a Poniente.
La Gran Chocaya es
otro pueblo de españoles, de cuyas riquezas hace memoria
con admiración nuestro viajero
Dn. Antonio Ulloa (3).
En su distrito, cuya cabecera es Tatasi, residencia del
Cura, con un anexo llamado Chorolque, se gradúan, lo
menos, cien minas de plata, con registro, fuera de dos
de oro en Chilco, sin contar otras muchas labores en que
juquean los pobres. Los asientos principales son:
el de Vetillas, nombrado Portugalete, con tres ingenios
de moler metales. Las platas son de riquísima ley y
rinden hasta 100 marcos por cajón; y es de creer que
sólo con los desperdicios y desmontes, pudiera
enriquecerse un hábil beneficiador que se dedicase a
trabajarlos; pero es tan áspero su terreno y tan rígido
el temperamento, que en todo el distrito de Chocaya
apenas hay sitio donde poder sembrar una carga de
semilla.
Los demás pueblos
son: Talina, Santiago de Cotagaita, Calcha, Tocha,
(actualmente Tocla) Chagnachoca, Escara, Vichacla,
Checuati, y otras cortas congregaciones pobladas casi en
todo de indios.
Lo más poblado de
este Partido es la quebrada de Santiago, cinco leguas
abajo del pueblo, que por una y por otra banda hasta
doce leguas, confinando con la jurisdicción de Pilaya,
está habitado de gentes a la orilla del Río Blanco, que
se dice el Río Grande. En esta quebrada y otras del
Partido, se siembran maíces, trigo y cebada, con algunos
frutales de higueras y duraznos, y una viña que es la
única en toda la jurisdicción de Chichas. Hay bastantes
ganados mayores y menores; unos que se crían en su
distrito y otros que se traen de la Provincia del
Tucumán, de cuyas carnes se beneficia el sebo, grasa,
charqui, y cecina, para provisión de aquellos
minerales y para Potosí, haciéndose las matanzas por
mayo o junio, que se regulan de seis a siete mil
cabezas.
Además de los
minerales referidos, hay muchos veneros en Talina, de
que se aprovechan los indios por juqueo; y se
cuentan para su beneficio, fuera de los ingenios ya
citados, seis molinos repartidos en los distritos de
Santiago de Cotagaita, Tumusla, Chati, Mojo, Talina y
Tupiza. Se calcula que todos sus minerales de plata,
incluyendo a San Vicente, Monserrate, Tasna, Ubina y
Chocaya la Nueva que añade a los de arriba,
Barba (4),
con admiración de sus riquezas, rinden al año más de
60'000 marcos, y los de oro hasta 100'000 pesos.
NOTICIA TERCERA
Reflexiones para
aumentar las sacas de plata.
Serian mucho
mayores estos rendimientos, si en los asientos de sus
minerales se repartiesen con abundancia los azogues y
los mineros tuviesen las precisas habilitaciones y avíos
para tener sus minas en corriente labor; pero, como
regularmente sobra poco azogue después le surtir la
Ribera de Potosí, y ninguno hay quien se atreva a
habilitar minas, por la contingencia de su provecho, se
experimenta en vez de aumento, atraso en los minerales
de la Provincia. Siendo lo más sensible que se
desperdicien muchas riquezas, así en la ley, que no han
dado, por ignorarse las diferencias y naturaleza de los
metales, como en las desacompasadas pérdidas de los
azogues, por hallarse confiado el más importante arte de
beneficio de metales, a un indio, mestizo u otro infeliz
hombre ignorante, que regularmente emprende esta
nobilísima ocupación, como por granjería, a falta de
otro ejercicio, sin más estudio ni conocimiento que una
grosera experiencia adquirida materialmente.
Y sólo que se
aplicase oportuno remedio en un negocio de tan grande
interés, no admitir al oficio de Beneficiadores,
personas que no fuesen hábiles, con examen y aprobación
de la Justicia, como de un ejercicio público, y además
de encargarse a los Subdelegados de los Partidos, la
habilitación y fomento de los mineros, poniendo en poder
de ellos cantidades equivalentes para el avío de las
minas y rescate de las platas, conforme al espíritu del
Art. 134 de la Real Ordenanza de Intendentes, según se
ha practicado en otros tiempos en varios minerales del
Reino, veríamos en poco tiempo floreciente la minería,
aumentando los Reales Quintos, enriqueciendo el Reino y
la Casa de Moneda abundante de labores para nervio del
Comercio.
A este fin se ve
dispuesto por Auto acordado de Lima en 16 de octubre de
1724, para que los Oficiales Reales de Potosí,
remitiesen a los de Chucuito, cada año, 50'000 pesos
para rescate de barras, a 143 el ensayado, en lugar de
los 23'000 pesos anuales que había ordenado el Sr.
Príncipe de San Bono, en 12 de mayo de 1718; cuya orden
reiteró el Sr. Virrey Castelfuerte, en Despacho de 15 de
abril de 1731, para que se hiciese igual remisión al
Corregidor de Lípez, de la cantidad de 16'000 pesos
anuales, bajo de fianzas. De este modo se evitarían
muchas fraudulentas extracciones que se hacen en la
Provincia de Chichas, de considerable porción de oro y
plata a las provincias del Tucumán y Buenos Aires, por
falta de pronto rescate, sin pagar los Reales Quintos.
NOTICIA CUARTA
Comunidades
Mitarias, para el servicio de Potosí.
Esta Provincia es
afecta a la Mita de Potosí, y vienen a servirla los
indios de las Comunidades de Talina, Santiago y Calcha.
Su repartimiento es de ocho indios de Talina, once de
Santiago y seis de Calcha; todos ellos asignados al
ingenio que llaman "Agua de Castilla", de la
Ribera de Potosí.
En el margen de
leguajes, se supone que la Mita se congrega en el pueblo
de Santiago de Cotagaita, asignando la distancia de 30
leguas, que a medio-real cada una, componen 1 peso y 7
reales. En lo que debe notarse lo siguiente: que de
Santiago a Potosí, hay treinta y cuatro leguas, según la
numeración hecha en el establecimiento de las Postas;
con qué, de contado, viene a perder el indio dos reales.
De Talina a Potosí, se cuentan sesenta leguas, y
caminando estos infelices toda esta distancia en
beneficio de los mismos azogueros, se les viene a
defraudar 30 medios, que son 1 peso y 7 reales; y aunque
a los de Calcha, que sólo dista veintidós leguas, les
asigna el margesí los mismos quince reales, suponiendo
inverosímilmente que hayan de duplicar el camino
juntándose en Santiago, siendo más fácil agregarse en su
mismo pueblo, al pasar por allí los demás indios,
siempre quedan perjudicados los indios de Talina, pues,
aun cuando se les quitase a éstos lo que se agrega a los
de Calcha, vienen a perder el leguaje de veintidós
leguas.
NOTICIA QUINTA
Discurso político
para hacer feliz al Partido de Chichas.
Lo más doloroso es
qué habiendo minas ricas en Chichas, no tengan el
trabajo de sus mismos naturales para su labor, y que
Potosí, distante tantas leguas, goce el privilegio de la
Mita para beneficio de sus minerales, tan en perjuicio
de aquellos infelices indios, que si se repartieran
allí, trabajarían como aquí, sin salir de sus tierras, y
los Asientos de aquel Partido estarían más abundantes y
mejor servidos, con la preferencia de su propio bien, a
que es tan justamente acreedor por derecho natural. Así
lo juzgó el
Emperador Claudio (5),
estimando por inhumano, cruel y duro, que las fuentes
nacidas en propias tierras fecunden las ajenas, dejando
secas y estériles las de su origen.
De esto procede
que, por la dificultad de peones, se hallan muchas minas
sin labor, y aun los libres que voluntariamente se
conchaban, sufren indecibles injusticias y extorsiones;
porque como es una gente sin reflexión, que sólo aspira
a lo del día, se alquila fácilmente por el interés de
ocho o diez pesos que les adelanta el minero, bien sea
en Potosí, donde viene a buscarlo, o en otro lugar, para
gastarlos en dos o tres días que se pasan mientras salen
a su destino.
Como allí trabajan
fuera de su costumbre, y los alimentos del maíz, coca y
charque se les vende a unos precios tan subidos, tratan
de desertar en breve, viendo que el salario se consume
en comer. El minero que sabe esto muy bien, lo compele
con rigor, llegando al exceso de ponerles grillos y
otras prisiones como a reos. Les paga su jornal a cuatro
reales y al barretero seis, mitad plata, mitad géneros a
precios exorbitantes.
Los domingos se les
da ración la mitad del jornal diario, en coca o
aguardiente, para toda la semana; al cabo del mes,
ajustadas cuentas, regularmente salen alcanzados; con lo
que son unos esclavos disimulados, que trabajan toda su
vida por lo que comen y beben.
No habiendo allí
Alcaldes Veedores ni Juez que cele su buen tratamiento,
padecen innumerables vejaciones, siéndole fácil al
minero redimirse de todo cargo al tiempo de las Visitas
de minas de los Subdelegados, con tenerlos gratos, y
porque a éstos les conviene mantener muchos registros
corrientes a cualquiera costa de los infelices, por
disfrutar los excesivos derechos que tiran a su antojo.
Dicen que no
conviene darles en plata, porque la gastarían toda en
borrachera y sería difícil después juntarlos para el
trabajo. Lo cierto es que no tienen reparo en darles su
salario en aguardiente, emborrachándolos por su propia
mano; pero como el minero tiene en esto su granjería, no
le duele en este caso la borrachera del indio.
Ellos ponen
pulperías y prohíben con mil reprobados arbitrios, que
otros se introduzcan allí a vender. De este modo ponen
la ley a sus efectos, y el indio, naturalmente vicioso
que no tiene otro lugar donde comprar, consume allí el
precio de su penoso sudor, sin sacar más fruto que el
rigor y la desnudez. Convendría infinito atarifar los
efectos, visitarlos cada mes y tomar a los Mayordomos
continua residencia de estos abusos, cuando no se
pudiera repartir allí indios. |