En 1993, cuando Pulacayo todavía contaba con 1600 habitantes
(tres veces la población de 2010) y la Planta Industrial
"Pulacayo" todavía estaba funcionando, ahí se celebró el 160°
aniversario de fundación de la "Sociedad Mineralógica Guanchaca"
(Huanchaca, el hoy llamado Pulacayo) conmemorando la grande
importancia y la historia de este centro minero tan particular. Con
esta ocasión se publicó la información histórica "Pulacayo - Nombre
de Leyenda" en cuatro hojas
con colaboración de eminencias vinculadas con la ilustre mina. Los
subsiguientes artículos son un extracto de dicha publicación.
En esta ocasión quisiera agradecer el apoyo en juntar datos
históricos y antiguo material fotográfico a Don Ángel Rivera,
profesor en el colegio de Pulacayo, amante y defensor de este sitio
imponderable.
Además quisiera agradecer a Don Apolinar Salvatierra, ex minero en
Pulacayo, su participación en una película de tipo documental que
realizamos en Pulacayo para el Primer Canal de Televisión
Nacional Suiza SF1 en marzo de 2007 y que fue emitida en varias
ocasiones en Suiza, Alemania y en Austria.
Finalmente agradezco el apoyo a mi amigo de muchos años, Don Víctor
Ramos, ex minero en Pulacayo, que con sus relatos, con viejos
documentos y con las visitas que juntos hicimos a viejas minas, me
ayudó a mejorar conocimiento y concepción de la vida del
minero, lejos de polémica e intereses complejos comunicados
por políticos, historiadores y sindicalistas con respecto a la
historia de la minería en Bolivia del siglo XX. Vea aquí abajo dos
revistas que se refieren a la vida y a la lucha de los mineros y de
sus esposas durante la difícil década de los años '80.
→ Centro de Educación Popular Pío XII, 1985, Revista N° 2, Trabajo
en Siglo XX y Catavi [pdf, 5.5MB]
→ Centro de Educación Popular Pío XII, 1986, Revista N° 3, Las amas
de casa mineras [pdf, 4.1MB]
→ o vea todos
los ARCHIVOS PARA DESCARGAR en este sitio web
Mario Giorgetta, junio de 2010 |
La explotación de la plata durante la colonia descansaba sobre la
riqueza de los filones, el reclutamiento forzado de mano de obra a
través de la mita, la provisión de mercurio – insumo clave para la
recuperación de la plata metálica y lucrativo monopolio de la Corona
– y los créditos de fomento del Banco de San Carlos a los azogueros.
El auge llegó a su punto más alto en la década de 1790 cuando el
promedio anual de producción fue de 385'283 marcos de plata (marco
de plata, vieja medida de peso correspondiente a unos 234 gramos). A
partir de entonces se inicio el descenso de la producción a medida
que comenzaba a declinar la oferta de mano de obra de la mita e
incrementaba la escasez de mercurio por problemas de aprovisionamiento
de Europa.
Esta crisis fue agravada con el comienzo de las guerras de la
independencia en la primera década del siglo XIX. Las guerras
imposibilitaron la provisión de mano de obra y de mercurio. Esto,
más la violencia por los conflictos mismos, fue motivo del abandono
de muchas minas que luego se inundaron.
Por lo tanto, la menor producción de todo el siglo XIX se registró
entre 1810 y 1819. El promedio anual de producción llegó a su punto
más bajo, 156'110 marcos en la década de 1820.
Establecida la República en 1825 la minería de plata se encontraba
en una triste situación. Observadores de la época informaron que
miles de minas y cientos de ingenios estaban abandonados. Por lo
tanto, se requerían grandes capitales para establecer operaciones –
desaguar minas inundadas, limpiar los socavones y rehabilitar los
centros de beneficio – y restaurar el sistema de lagunas que proveía
agua para el funcionamiento de los ingenios del cerro. Más aún, ya
no existía un sistema de financiamiento a la explotación minera ni
una adecuada provisión de mano de obra y de mercurio. Hacía falta
también personal técnico y administrativo para manejar la Casa de la
Moneda y de la burocracia colonial causó problemas a la
administración republicana que no podía conseguir personal idóneo
nacional para reemplazarlo.
La crisis de la minería, por otra parte tuvo efectos negativos sobre
la actividad económica y comercial del país.
La inestabilidad continuó hasta que la minería de la plata pudo
proveer una sólida base económica a partir de 1880.
Los primeros propósitos del gobierno republicano del Mariscal
Antonio José de Sucre por mejorar la situación de la minería fueron
el restablecimiento del Banco de San Carlos y de bancos de fomento
en Oruro y La Paz; intentos de mejorar la provisión de mercurio y de
establecer escuelas de ingeniería.
Sin embargo, ninguno de ellos tuvo la suerte de materializarse. Por
otra parte, a pesar de las solicitudes de los azogueros, la mita –
proscrita en la Constitución – no fue restablecida y los mineros
tuvieron que ver como atraer mejor mano de obra en las minas de
producción.
Asimismo, la obsolencia tecnológica dificultaba aún la reactivación.
A pesar de más de 250 años de actividad y experiencia minera, las
técnicas de explotación y de concentración eran primitivas. En 1826
un técnico alemán traído por la Potosí Mining indicaba que los
procesos de explotación no habían cambiado desde la conquista. La
extracción del mineral era errática y los socavones parecían cuevas
de ratones antes que galerías de hombres racionales.
También era crítico de la comunidad minera que "creía que lo sabía
todo, no quería aprender y era tan floja que no quería cambiar las
costumbres heredadas de sus abuelos".
Durante el gobierno del Mariscal Andrés de Santa Cruz (1829-1839) se
inició la acuñación de moneda feble. Es decir una moneda plata con
un alto contenido de cobre, de tal suerte que el valor metálico de
éstas no era el mismo que su valor nominal.
Este mecanismo era una manera de estimular el comercio interno
proveyendo circulante de corte pequeño – y de financiar los gastos
del estado (en el caso de Santa Cruz, las Guerras de la
Confederación Perú-Bolivia).
Recién a fines de 1850, cuando un nuevo grupo de mineros,
liderizados por Avelino Aramayo, Aniceto Arce y Gregorio Pacheco,
toma a su cargo las principales minas del país (Pulacayo, Guadalupe,
Real Socavón de Potosí, entre otras) se sientan las bases para el
auge post 1872. Con la introducción de una nueva manera de encarar
el desarrollo de la minería, a través de la incorporación de
personal capacitado en aspectos técnicos y administrativos, se
inició un proceso de modernización, tanto en los socavones como en
los ingenios. Se introdujeron las primeras máquinas a vapor y se
realizaron mejoras en la recuperación metalúrgica. Asimismo, se
incrementó su capacidad mejorando las obras de captación de aguas.
Se mejoró el transporte de minerales dentro de las minas (con rieles
y tracción a sangre) y dentro de ellas, a través de la construcción
de caminos secundarios.
Este resurgimiento estuvo liderizado por la Compañía Huanchaca de
Bolivia, que fue la empresa símbolo del siglo XIX. Fundada en 1832
con capitales nacionales, estuvo dedicada al desagüe de la Mina
Pulacayo y a la reconstrucción del ingenio. No logró distribuir
dividendos sino hasta mediados de 1850 cuando se hizo cargo de su
administración Aniceto Arce que fue quien promocionó esta empresa en
Chile. A fines de la década de 1870 Huanchaca también fue
promocionada en la bolsa de París y logró atraer capitales
franceses.
A pesar de lo anterior, no fue sino hasta 1872 que la minería tuvo
un auge. La liberalización de la economía a través de la suspensión
del monopolio de compra de pastas y minerales de plata (decreto del
8 de octubre de 1872) y del pago de minerales con moneda feble
(decretado en 1873), permitieron el despegue de la minería de la
plata a la vez que ésta se integraba al mercado mundial. El
establecimiento de empresas mineras modernas, en un inicio con
capitales de actividades comerciales y de la agricultura y luego con
capitales extranjeros, mayormente de la Bolsa chilena, fueron claves
para la introducción de nuevas tecnologías, las mismas que explican
este resurgimiento. Efectivamente, los capitales chilenos llegaron a
Huanchaca, en 1873, al año la liberalización de la exportación. Lo
paradójico de este proceso es que se lleva acabo justo en un período
en que los precios internacionales descendían.
Un importante factor que contribuyó al auge de la minería de la
plata a fines del siglo XIX, fue el tendido del ferrocarril de
Antofagasta a Uyuni en 1879. Disminuyó el costo de transporte,
haciendo rentable la explotación de minerales de menor ley y
facilitando su exportación en bruto.
En el caso de la Compañía Minera Huanchaca el proceso de la
refinación del metal de plata inicialmente se llevaba a cabo en
Pulacayo, pero una vez que el ferrocarril unió Huanchaca con el
Pacífico (1879) se trasladó a Antofagasta. El ferrocarril posibilitó
el transporte de mineral en bruto a costos razonables y, en vista de
que el sistema impositivo gravaba menos al mineral bruto qué lo
refinado resultó más rentable fundir los minerales en la costa. |