CULTURA ATACAMEÑA
Índice
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Comunidades Atacameñas: un año
lleno de tradiciones
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Las limpias de canales
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El día de los muertos en el mundo
Atacameño
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La comunidad Atacameña de Catarpe
celebra el carnaval
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El Kunza – la lengua de los
Atacameños
■ COMUNIDADES ATACAMEÑAS:
UN AÑO LLENO DE TRADICIONES
El pueblo Lican Antay o Atacameño, los Quechuas y
Aimaras durante el año tienen alrededor de treinta
fiestas, celebraciones o conmemoraciones religiosas o
tradicionales. Destacan las fiestas de la Candelaria, el
Carnaval, la Virgen de la Guadalupe, Santiago, San
Antonio de Padua, el Enfloramiento de los Animales y las
Limpias de Canales.
Todas estas fiestas nacen
sea desde las más antiguas tradiciones o sea del
sincretismo que se formó con la llegada de los españoles
y de la religión católica a la zona. No importando su
origen son ocasiones donde las comunidades indígenas
realizan sus más sentidas costumbres.
Calendario
El año comienza con la celebración de bienvenida al
nuevo periodo, actividad que realiza la Comunidad
Atacameña de Machuca donde una de las acciones más
atractivas consiste en lanzar huevos al campanario con
el afán de atinarle a campana, lo que será presagio de
un buen año.
En estas fechas también se
da inicio al enfloramiento de los animales, que consiste
en adornar a estos con flores de lanas (ticas) en las
orejas y la espalda del animal. A los machos en
particular se les adorna también el cuello. La idea de
estos enfloramientos es que las flores de lanas luego
caigan en el campo que recorren los animales y de esta
forma se pague la tierra.
Luego se celebra la Fiesta
de la Candelaria, la cual se desarrolla en Caspana,
Machuca, San Pedro de Atacama y en la comunidad
Licantatay de Calama. Esta tiene su máxima expresión el
dos de febrero, aunque tradicionalmente comienza el
treinta y un del mes anterior y concluye el tres de
febrero. La celebración más grande corresponde a la de
Caspana, donde el año pasado llegaron más de dos mil
personas al pueblo antiguo.
El carnaval comienza
cuarenta días antes de la Semana Santa. Es el momento
donde se dice que el diablo anda suelto. Esto se festeja
en todas las comunidades de la región y se realiza bajo
el mismo concepto de otros carnavales del mundo, es
decir todos se enmarcan en el periodo de Cuaresma.
El diecinueve de marzo,
Toconce, Ayquina y Cupo alaban a San José,
particularmente esta última comunidad, puesto que el
Santo es su Patrono. Para esta fecha, los bailes
religiosos se concentran en Cupo.
Luego es el Turno de Chiu
Chiu, que es donde la tradición dice que se conmemora la
Semana Santa. En tanto el doce de abril Toconce venera a
Santa Teresa de los Andes.
El tres de mayo, la
Comunidad Atacameña de Río Grande realiza la Fiesta de
las Cruces, que consiste en adornar el símbolo
religioso, el cual implica protección. Esta fiesta
también se realiza en el Cerro la Cruz de Calama.
En tanto, Matancilla y
Lasana el quince del mismo mes celebran a San Isidro,
oportunidad en la que se pide por que llueva para que
los campos y los animales cuenten con el vital elemento.
El trece de junio, tanto
Ollagüe, Pueblo San Pedro, Toconce y Camar loan a San
Antonio de Padua. En tanto el veinticuatro la Comunidad
Licantatay hace lo mismo con San Juan, así como todas
las comunidades para esa noche realizan sus tradiciones.
Posteriormente, el veintinueve de dicho mes, San Pedro
de Atacama se viste de fiesta y rememora a San Pedro y
San Pablo.
Es importante mencionar
que durante el julio, Río Grande trabaja en la Limpia de
Canales. Mientras que el ocho y el dieciséis, Lasana y
Conchi Viejo respectivamente adoran a la Virgen del
Carmen. Finalmente el veinticinco, Río Grande, Toconce y
Machuca recuerdan a Santiago. En el caso particular de
Toconce, la Virgen de Ayquina visita durante cinco días
(del veintitrés al veintisiete) a Santiago.
El primero de agosto,
todas las comunidades realizan el pago a la Pachamama
(la Madre Tierra) o Patahoiri, en tanto a mediados de
este mes Caspana comienza con la Limpia de Canales, y
Cupo cuando el mes ya expira también realiza esta
antigua tradición. Entre tanto, la fiesta de Asunción de
la Virgen se realiza el quince de agosto en Panire,
mientras que un día después se festeja a San Roque en
Peine.
El ocho de septiembre es
la fiesta de La Virgen de la Guadalupe en Ayquina, de
seguro la fiesta más concurrida y conocida de la Región,
tanto así que no sólo convoca al mundo indígena sino a
todos los fieles católicos. Es importante comentar que
del tres al diez, Santiago (de Toconce) visita a la
virgen.
A continuación el
veinticuatro de este mes, Matancilla alaba a la Virgen
de la Merced. Y durante la tercera y cuarta semana se
desarrollan las Limpias de Canales de Ayquina y Toconce.
En octubre, Chiu Chiu
homenajea a su Santo Patrono, San Francisco. Luego el
dieciocho del mismo mes, Caspana y Toconao encomian a
San Lucas.
El mes de noviembre parte
con la conmemoración del Día de Los Muertos y de Todos
los Santos (el primero y el dos), lo cual se realiza en
todas las comunidades. Asimismo es el turno de Santa
Cecilia (el veintidós) en Caspana y Matancilla y de San
Andrés (el treinta) en Cupo.
Finalmente el año concluye
con la fiesta de la Virgen de Guadalupe el doce de
diciembre y el veinticinco con la Navidad, lo que da
paso a los Nacimientos que se esparcen por las
poblaciones de Calama.
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■ LAS LIMPIAS DE CANALES
Entendiéndose como el inicio de la época de siembra, las
comunidades indígenas de la zona, durante los meses de
agosto, septiembre y octubre realizan las denominadas
“Limpias de Canales”. Esta actividad tiene por finalidad
eliminar de los canales, estanques y vertientes todo
aquello que impida el flujo del agua, es decir malezas,
arena y basuras en general. La idea es que el agua corra
y se pueda aprovechar de la mejor manera el vital
elemento.
De esta celebración, que
dura varios días, la fecha más importante es la que
corresponde a los Sábados. Es la oportunidad en que la
comunidad recibe a los denominados forasteros o visitas.
Este recibimiento es con tincas (bebidas), almuerzos
típicos de llama, cordero o picante de conejo, quínoa,
harina de maíz, empanadas, sopaipillas, huevos duros y
pisangalla (palomitas de maíz), además de asado, frutas,
vino, chicha de maíz y con pan amasado, entre muchos
otros.
No obstante, acá la idea
es hacer la “Limpia de Canales”, es por ello que los
hombres deben ir preparados para trabajar, cada uno con
su respectiva pala y sus botas de agua. Tampoco deben
olvidar su Chuspa (bolsa de género donde se guarda la
hoja de coca) para poder hacer los diversos rituales,
que en este caso son para agradecer.
El trabajo comienza
temprano en la mañana, acompañado con la tetera de
caliente (vino navegado). Las labores son guiadas por
los capitanes y el Puricamani (hombre de edad avanzada
nombrado por la comunidad).
Por otra parte, las
mujeres también comienzan sus labores temprano. La labor
– según es la tradición – es que estas se hagan cargo
del almuerzo para así atender a sus trabajadores y a las
visitas. Este quehacer también es compartido por el
resto de la familia.
El Almuerzo
El sector del almuerzo lo componen dos pircas paralelas,
que es donde se sientan los comuneros, en lugares
designados históricamente. La mesa se le llama al sector
del centro de estas pircas, que no es más que tierra.
Allí se ponen atados de manteles blancos bordados donde
se guarda la pisangalla, empandas y otros, para
protegerla del ambiente y la vista de los comensales.
El trabajador que es
atendido por la mujer, generalmente es su marido, no
obstante cuando esta es sola contrata a un hombre para
que realicé las labores de limpia.
Una vez todo instalado, se
realizan las diversas ceremonias, las cuales luego dan
paso a la orden del Puricamani y los capitanes para
recién poder comenzar el almuerzo. Acá cada trabajador
invita a uno o dos visitas a compartir en su mesa. Ahora
si uno de los trabajadores no desea acompañantes, estos
son impuestos por los capitanes.
Una vez todos acomodados,
el capitán de las mujeres da las ordenes para servir los
almuerzos. En ese instante, todos se ponen de pie, se
bendice la mesa y recién se abren los manteles para
comenzar a comer.
Durante la velada, se
recuerdan los sucesos del año y los capitanes están
constantemente tocando los putus (cachos o mandos). Es
el instante en que se comparten las tincas, allí cada
vez que se recibe una hay que agradecer diciendo “Dios
so lo pai Puricamani, Dios so lo pai Presidente, Dios so
lo pai Capitanes, Dios so lo pai Señores, Dios so lo pai
Señoras, Dios so lo pai a todo el acompañamiento, uuuuuu”.
Otro hecho relevante es
que los capitanes durante el almuerzo tienen la misión
de entregar recados, los cuales son acompañados de vino,
pan o cualquier comida de la mesa. En esta instancia los
capitanes dicen a viva voz los recados y tienden a
cambiar su contenido causando la gracia de todos los
presentes.
Los Agradecimientos
Al término del almuerzo se sirve el postre, consistente
en agua y harina tostada. Ahí los hombres se ponen de
pie y agradecen pasando la mano a toda la mesa y
diciendo “Que Dios so lo pai”. Luego en centro de esta
tiran el postre lo más alto posible. El postre es para
la pachamama. El capitán de las mujeres también lleva a
su equipo a agradecer.
Una vez que todos han
agradecido, el Puricamani da sus palabras de
agradecimiento a las visitas y se realiza un acto
ceremonial denominado “Alabado”.
Todos siguen sus labores,
los hombres continúan con la limpia y las mujeres
preparan el “camino al meriendo” que es la comida de la
tarde. Luego del meriendo se juntan mujeres y hombres
por separado y en un acto de agradecimiento y peticiones
“coquean” es decir con hojas de coca comparten con la
Pachamama. Terminado esto se larga el agua para que
corra por los canales.
En esta instancia regresan
todos al pueblo, donde existe una casa tradicional,
llamada la casa de Puricamani (aunque no necesariamente
es la de él) y se guardan durante en un año los mandos.
Luego todo es solo
diversión, las comunidades bailan “patas pa delante” o
“la ventana”. Quienes no quieran bailar o bailan sin
ganas son obligados por el capitán con azotes de su
látigo, por que si no se hace como corresponde la
cosecha será mala. Si es que hay abundante vino,
significa que habrá harta agua para regar.
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■ EL DÍA DE LOS MUERTOS EN EL MUNDO ATACAMEÑO
“Dulce Jesús Mío, mira con piedad, un alma he perdido
por culpa inmortal” versa unas de las coplas de muerte
que cantan los Atacameños en nuestras comunidades
indígenas para la celebración del Día de Todos los
Santos y de los Muertos, el primero y el dos de
noviembre respectivamente. A pocos días, de que esta
celebración se realice en todo el país, bien vale la
pena conocer un poco la cosmovisión atacameña respecto
al tema de la muerte y más aun sobre los ritos,
costumbres y tradiciones que se realizan entorno a los
días de conmemoración.
Los preparativos, se
inician tres días antes, donde las familias atacameñas
comienzan a preparar las ofrendas para los difuntos. Se
cree que ellos aun necesitan algunos elementos de la
tierra material, como comida, bebestibles, entre otros.
En este contexto se hornea por ejemplo pan dulce y
salado.
Asimismo, se prepara una
mesa donde serán dejadas estas ofrendas. En el caso de
Ayquina, la mesa lleva un mantel negro en señal de luto,
en San Pedro de Atacama el mantel es blanco. Además
sobre ella se deja un arco verde, en señal que allí
existe una puerta de acceso a las almas que aquel día
son libres. En esa oportunidad llegan todas las almas a
la mesa.
Según las tradiciones
dicho arco debe ser puesto antes de mediodía del día
primero de noviembre. En cuanto a los panes, es
importante manifestar que estos tienen forma de
escaleras, perros, entre otros animales, estos últimos
ayudan a cruzar un río que separa los dos mundos.
La comunidad visita cada
una de estas mesas de ofrendas, que se han instalados al
interior de los hogares, el recorrido se inicia por
donde se recuerda al alma más nueva y justamente el día
dos termina ahí mismo. Son consideras almas nuevas
aquellas que llevan menos de tres años de muerte.
En cuanto a la
conmemoración como tal, aquel día se realiza un rito muy
similar a un pago. El waki en esta ocasión se lleva a
cabo con un solo cántaro de greda y solo se introducen
las ofrendas con la mano izquierda que simboliza el
contacto con el alma (se debe destacar que en los pagos
la derecha se relaciona con los abuelos y la Pachamama).
El waki aquel día recibirá parte del vino, bebidas, pan
dulce y salado y todas aquellas cosas que la familia
quiera llevarle como ofrenda a sus muertos.
Finalmente, el contenido
del waki será quemado puesto que el fuego es el canal
para llegar a las almas. Con estas tradiciones se ayuda
a descansar a las almas de los difuntos en paz.
Importante es destacar que
este conjunto de costumbres tiene algunas variantes
dependiendo de cada pueblo pero que en todos ellos
representa una oportunidad para recordar, agradecer y
pedir por las almas de quienes han dejado el mundo
terrenal.
Por otra parte aún en
Calama no serán pocos los hogares que tendrán en alguna
habitación una de estas mesas. Si usted no ha compartido
esta experiencia le aseguro que estar frente a una de
ellas le resultará realmente sobrecogedor, un espacio
único donde se puede llegar a sentir la presencia de las
almas e invita a la reflexión.
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■ LA COMUNIDAD ATACAMEÑA DE CATARPE CELEBRA EL CARNAVAL
Con algunas gotas de lluvia, los yungas – algo así como
el espíritu del carnaval – celebraron que luego de unos
cuarenta años la comunidad atacameña de Catarpe retomara
la vieja tradición del Santo Carnaval Atacameño.
Según explico la
presidenta de dicha comunidad, desde fines de los '60 la
comunidad no realizaba esta tradición “y fueron los
propios integrantes de la comunidad quienes pidieron que
se realizara, por sobre todo de parte de los más viejos,
los abuelos”.
Según cuentan conocedores
más antiguos de la tradición del carnaval, es el sonido
del bombo el que llama el agua o la “puri” como se dice
en la lengua originaria del pueblo Lican Antay, el
Kunza.
Y de seguro en la
encajonada quebrada de Catarpe, ubicada a unos 8
kilómetros de San Pedro de Atacama y donde los incas
levantaron un tambo, este sonido se escuchó tan fuerte
que los mencionados seres mágicos conocidos como yungas
enviaron algunas gotas de agua, seguramente felices por
que esta comunidad atacameña en honor a sus abuelos y
agradecimiento a la tierra retomaban una de las
tradiciones viejas y que aun sigue muy viva en el mundo
atacameño.
El carnaval partió a eso
de las 15:00 horas, donde se vistió al viejo y la vieja
o también conocidos como el Carnaval y la Carnavala, de
colores vivos, de colores andinos. Luego junto al
secretario y los músicos y un montón de “mirones” como
los llamaban en la celebración, comenzaron a entonar
coplas que tenían por inicio “este es el santo
remate...”
Al respecto la dirigenta
catarpeña comentó que “Es algo que había que rescatar,
había que volver a vestir al carnaval y por sobre todo
dar gracias a la tierra por la agricultura”.
Posteriormente, el
carnaval y todos lo seguidores de este, que deben haber
sido alrededor de cincuenta en su mayoría catarpeños,
junto con sus hijos y nietos, caminaron cerca de un
kilómetro para visitar una nueva casa, de este sector ya
casi despoblado, no obstante con actividad agrícola y
cultural.
En este trayecto el
Carnaval debió cruzar el río San Pedro. Así uno a uno
cruzaron, el Carnaval, la Carnavala, el Secretario, los
acordeonistas, el bombo y todos los mirones, que en el
marco de la alegría que significa el carnaval no dejaron
la oportunidad a través de las coplas o remates, todas
de carácter lúdico, de reclamar por la distancia.
Llegaron al hogar de una
nueva familia. Allí fueron bien recibidos y los
carnavales dieron las noticias de la comunidad, todo en
carácter de juego y bromas, donde los protagonistas eran
los propios habitantes del sector.
A continuación la pareja
de carnavales bailó tres pies de cueca, luego tres pies
más pero en combinación con los dueños de casa, para
finalmente dar paso a cuecas más masivas donde
participaron los “mirones”.
Luego las coplas se
volvieron a escuchar y tomaron rumbo a nueva casa, donde
el ceremonial se repetiría intacto.
Finalmente, la presidenta
de Catarpe resaltó que “la comunidad quedó muy
satisfecha, por que se trató al máximo de rescatar con
los más viejos la tradición. Hacer el pago a la tierra,
vestir al carnaval, realizar la ch'alla (libación
ritual), entre otras cosas. Fue un carnaval bastante
alegre, donde participó casi toda la comunidad”
Y un hecho importante, es
que la comunidad ya se comprometió en realización de los
próximos dos años, lo que de seguro significa que
Catarpe tendrá de ahora en adelante “Santo Carnaval”.
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■ EL KUNZA – LA LENGUA DE LOS ATACAMEÑOS
En 1956 se registraron por grabación de voz las últimas
dieciocho frases que utilizaban los Lican Antay o
Atacameños en su lengua nativa, el Kunza. Este registro
histórico y de amplio valor para los llamados
Atacameños, se logró en fiestas tradicionales como la
limpia de canales y el enfloramiento de animales. Los
pueblos donde captaron estas frases, entre las cuales
habían algunas relacionadas con bendiciones a los cerros
y a la lluvia, el Tata lican o el Tata sairi, fueron
obtenidas en las localidades del sur de la comuna – en
Peine y en Socaire. 1956 fue la fecha en que se captó
por última vez a los Atacameños hablando Kunza.
A fines del siglo XVIII el
Kunza aun era hablado por el pueblo Atacameño, al menos
por algunos de ellos, principalmente en San Pedro de
Atacama, Toconao, Soncor y Socaire. Cincuenta años
después ya solo se escuchaban vocablos sueltos, muchos
de ellos con la inseguridad de su pronunciación o
incluso de su significado. También existían frases o
cánticos de los cuales una gran cantidad eran
memorizados, de estos tampoco había certeza de sus
traducciones. Es importante mencionar que el Kunza, con
el paso de tiempo y las relaciones entre pueblos, sufrió
algunas fusiones con el Quechua y el Aymara.
La evidencia de los
estudios indica que lo más probable es que el pueblo
Atacameño haya hablado tres lenguas: El Kunza, lengua
nativa que tiene por significado “nuestro”, el Aymara y
el Quechua. Tanto el Aymara como el Quechua, son lenguas
que están plenamente vigentes en varios países. En
Chile, particularmente en Ollagüe existen hablantes de
este último. En tanto, el Atacameño incorporó el
Español, el cual con el paso del tiempo se transformó en
la única lengua que hasta el día de hoy habla el pueblo
Lican Antay.
El Kunza podría decirse
que es una lengua ausente. El tiempo y la llegada de
otras culturas, entre tantos otros factores, han sido
detonantes para la desaparición de una de las lenguas
del desierto. No obstante, el Kunza sigue vivo en los
nombres de su geografía, de sus pueblos, localidades y
animales. Así a diario se escucha hablar de sitios como: |